¿Qué pasó con General Electric? Su acción ronda los US$ 11, las pérdidas reveladas la semana pasada son enormes, los gestores del índice Dow Jones la expulsó hace tres meses.
La respuesta es posible buscarla en la contabilidad moderna que hace uso del fondo de comercio. Habría que comenzar por analizar los números detrás de la monstruosa depreciación anunciada la semana pasada. Surgen de la compra que hizo GE a finales de 2015 cuando compró la Francesa Alstom, una fabricante de equipos energéticos.
Después de la compra GE descubrió que la francesa tenía activos por valor neto de S$ 21.000 millones, o sea US$ 11.000 millones más del precio de compra. Esos activos venían acompañados de deudas por valor de US$ 23.000 millones. Eso más algunos otros descubrimientos terminó en que los activos de Alstom tenían un valor negativo neto de US$ 7.000 millones. La diferencia entre eso y el precio pagado de US$ 10.000 millones da la depreciación de US$ 17.000 millones anunciada la semana pasada.
En el mundo real es como encontrar un auto usado con un valor de mercado de US$ 1.000 pero necesita reparaciones por valor de US$ 1500 y todavía hay que pagar otros 500 por el privilegio de comprarlo porque uno se enamoró de ese modelo en especial. Pero en el mundo empresario uno simplemente anota la diferencia de US$ 1000 como una activo y lo asienta como “fondo de comercio”.
GE no es la única empresa con fondos de comercio en el balance. Técnicamente, representa las ganancias futuras hipotéticas que quien compra espera lograr con la adquisición. El problema es saber si esa conjetura se puede hacer realidad o si la esperanza se basa en cruzar los dedos.