A los fondos de inversión parece importarles más las posibilidades de crecimiento que los riesgos que entraña el sector donde opera, donde muchas veces su modelo no es compatible con la regulación y las normas de juego del transporte. Pero, según algunas versiones, Uber aspira a convertirse en un negocio de logística general.
La última ronda de financiación llevará su valoración de mercado a US$ 10.000 millones con lo que definitivamente marcará un nuevo récord en empresas de tecnología en Estados Unidos antes de comenzar a cotizar en bolsa. Entre los que invierten en esta empresa que sólo tiene 5 años figuran Amazon y Google. La semana pasada se supo, también, que la firma está a punto de cerrar una línea de crédito que le asegura US$ 2.000 millones con un grupo que incluye a varios de los bancos más grandes del mundo, como Morgan Stanley, Deutsche Bank y Goldman Sachs.
En realidad, como todavía es una empresa privada no se conocen las cifras de su balance.
Destinará los fondos a costear su expansión a 300 ciudades en todo el mundo. Y a pagar las multas impuestas por varias autoridades regulatorias. Proyecta invertir US$ 1.000 millones este año para instalarse en muchas ciudades chinas, según algunas filtraciones.
En Europa su expansión podría tropezar con la dificultad de que un juez de Barcelona pidió a la corte europea de Justicia que decida cómo deberán clasificar la “app” los organismos reguladores; si como “proveedora de servicio de transporte” o como “servicio digital de intermediación”. La segunda opción, le facilitaría su difusión y le permitirá ampliar el alcance de su negocio más allá del transporte.