En una carta dirigida a los accionistas de Berkshire Hathaway, Buffett revela que él y Charlie Munger -vicepresidente de la compañía de inversiones y seguro controlada por el financista- han estado examinando el tema durante mucho tiempo, Al cabo, llegaron a una dramática conclusión: “los instrumentos derivativos y sus contratos derivados son bombas de tiempo”.
Buffett y Munger están persuadidos de que “en términos macroeconómicos, el peligro es enorme y tiende a agravarse. Eso se debe a la concentración de riesgos crediticios en las manos de relativamente pocos gestores de derivados”. Fragmentos del análisis circulan, con permiso de sus autores, vía sitio web del mensuario “Fortune” y ya han sido extractados por las principales agencias noticiosas especializadas en mercados financieros.
Curiosamente, en el mismo mensaje Buffett involucra tácitamente al sector bursátil. “Berkshire Hathaway –señala en un párrafo- no se inclina ya a aumentar su cartera de acciones”. Como se sabe, ésta incluye nombres como American Express, Gillette o Coca-Cola. “Pese a tres años de cotizaciones en descenso, que debieran haber mejorado los atractivos de papeles a bajo precio, muy pocas cotizantes llegan siquiera a interesarnos superficialmente. En ocasiones, un inversor astuto debe mantenerse inactivo”.
La difusión de adelantos rompe una vieja norma de Buffett. Tanto la diatriba contra derivativos –que involucra a unos siete mil fondos de riesgo (cubertura) activos alrededor del planeta- cuanto su escepticismo sobre las grandes bolsas tendrán amplia influencia a ahorristas, inversores, operadores y firmas intermediarias. En especial porque Berkshire Hathaway ha estado desactivando discretamente General Re Securities. Un fondo de riesgo que había comprado junto con su matriz, la aseguradora homónima.
Según el financista, “reaseguros y derivativos se parece en una cosa: es muy entrar en ellos, pero casi imposible salir. La bancarrota de Enron estalló al saberse que la firma había armados contratos derivados para ocultar activos volátiles e inflar el valor de algunas transacciones poco claras”.
En una carta dirigida a los accionistas de Berkshire Hathaway, Buffett revela que él y Charlie Munger -vicepresidente de la compañía de inversiones y seguro controlada por el financista- han estado examinando el tema durante mucho tiempo, Al cabo, llegaron a una dramática conclusión: “los instrumentos derivativos y sus contratos derivados son bombas de tiempo”.
Buffett y Munger están persuadidos de que “en términos macroeconómicos, el peligro es enorme y tiende a agravarse. Eso se debe a la concentración de riesgos crediticios en las manos de relativamente pocos gestores de derivados”. Fragmentos del análisis circulan, con permiso de sus autores, vía sitio web del mensuario “Fortune” y ya han sido extractados por las principales agencias noticiosas especializadas en mercados financieros.
Curiosamente, en el mismo mensaje Buffett involucra tácitamente al sector bursátil. “Berkshire Hathaway –señala en un párrafo- no se inclina ya a aumentar su cartera de acciones”. Como se sabe, ésta incluye nombres como American Express, Gillette o Coca-Cola. “Pese a tres años de cotizaciones en descenso, que debieran haber mejorado los atractivos de papeles a bajo precio, muy pocas cotizantes llegan siquiera a interesarnos superficialmente. En ocasiones, un inversor astuto debe mantenerse inactivo”.
La difusión de adelantos rompe una vieja norma de Buffett. Tanto la diatriba contra derivativos –que involucra a unos siete mil fondos de riesgo (cubertura) activos alrededor del planeta- cuanto su escepticismo sobre las grandes bolsas tendrán amplia influencia a ahorristas, inversores, operadores y firmas intermediarias. En especial porque Berkshire Hathaway ha estado desactivando discretamente General Re Securities. Un fondo de riesgo que había comprado junto con su matriz, la aseguradora homónima.
Según el financista, “reaseguros y derivativos se parece en una cosa: es muy entrar en ellos, pero casi imposible salir. La bancarrota de Enron estalló al saberse que la firma había armados contratos derivados para ocultar activos volátiles e inflar el valor de algunas transacciones poco claras”.