El sector de self-storage en Estados Unidos registra una expansión significativa, con una facturación anual cercana a los USD 40.000 millones y estimaciones que proyectan un potencial de hasta USD 80.000 millones para 2030. Este desempeño responde, en parte, al alto nivel de consumo y la creciente necesidad de espacios de guardado entre los hogares norteamericanos.
Actualmente, alrededor del 12% de las viviendas en Estados Unidos utiliza storages para almacenar excedentes, lo que representa aproximadamente dieciséis millones de hogares, cifra equivalente a la totalidad de viviendas particulares en Argentina. Especialistas señalan que existe una relación directa entre la demanda de almacenamiento y el nivel de consumo en el país.
Robert Francis, presidente fundador de la Self Storage Association, remarca: “Para los estadounidenses, los espacios de guardado representan un bien de primera necesidad, casi tan necesarios como los aeropuertos y carreteras. Se trata de una industria gigantesca, tanto que ocupa una superficie de 2.000 millones de m2”. Esta magnitud convierte al self-storage en una alternativa relevante para inversores que buscan diversificar sus carteras.
Modelos como el desarrollado por la Universidad de Yale recomiendan asignar al menos un 20% de las inversiones a activos alternativos; en ese marco, el self-storage gana participación entre las distintas opciones disponibles. En el primer trimestre de 2025, cerca del 85% de las transacciones fueron realizadas por inversores privados, oficinas familiares o fondos pequeños, lo que evidencia una diversificación en el perfil de los actores.
Juan Moreno, commercial advisor de BAS Storage, sostiene: “Es un negocio con espacio para ahorristas, pequeños y medianos inversores. No requiere demasiado conocimiento del mercado ni la necesidad de involucrarse activamente”.
La volatilidad de los mercados financieros, influida por el recorte de tasas de la FED, la política arancelaria y los conflictos internacionales, ha reforzado el atractivo de los activos estables. En ese contexto, el self-storage se consolida como una alternativa estratégica para quienes buscan mitigar riesgos y mantener retornos constantes.












