El 7 de abril de 2014 las dos cementeras más grandes del mundo – la francesa Lafarge y la suiza Holcim — anunciaron un acuerdo de fusión. Sería una “fusión de iguales” y en aquel momento ambas compañías aceptaron los términos.
El objetivo era crear una compañía llamada LafargeHolcim y las negociaciones se completarían en la primera mitad de 2015. La compañía fusionada resultante – aseguraban representantes de ambas – ahorraría €1.400 millones al año y crearía “el grupo más avanzado en la industria de los materiales de construcción”.
Se sucedieron largos meses de negociaciones plagadas de desencuentros y desavenencias. Uno de los principales puntos de fricción fue la objeción de Holcim al plan original de poner al jefe de Lafarge al timón de la nueva empresa.
Hoy viernes se supo que hay acuerdo en los términos de la fusión y que se han superado los obstáculos que impedían la concreción de la fusión. No se sabe aún si se saldó el tema de la conducción.
Los directorios de ambas compañías decidieron sobre nuevos términos financieros, que difieren de los aceptados hace un año. Por cada nueve acciones de Holcim habrá 10 de Lafarge a diferencia de la relación uno a uno que se había acordado en abril del 14. Es que las acciones de Lafarge, que habían caído abruptamente cuando naufragaba el acuerdo en estos días anteriores subieron 3,4% en las primeras horas del viernes.
Se supone que ahora este acuerdo deberá pasar los controles de las autoridades antimonopólicas, especialmente en la Unión europea y Estados Unidos. Es posible, según rumores, que para lograr la aceptación, la nueva y gigantesca compañía deba realizar algún tipo de desinversión.