Las baterías, que son las que hacen posible el auto eléctrico, pueden resolver ese problema pero han llegado a su límite. El ideal es lograr una batería completamente sólida, más segura porque no explota y con mucha más capacidad.
Desde 2010 hasta hoy las ventas de vehículos eléctricos a batería y versiones híbridas plug-in crecieron de 6.000 unidades a un millón. Habrá otros 340 millones de vehículos eléctricos de aquí a 2030, según la consultora global McKinsey. Pero para sostener este crecimiento el mundo debe encontrar la manera de fabricar baterías menos tóxicas, menos peligrosas y que utilicen materiales menos difíciles de conseguir. Buscando solucionar ese problema el profesor Zimmerman y su equipo han pasado los últimos seis años investigando en nuevos materiales, convencidos de que las baterías actuales han llegado a su límite.
Zimmerman aspira a que el material que inventó pueda resolver la crisis que enfrenta hoy la industria de los autos eléctricos, que depende –para la extracción del cobalto– de los vaivenes de la República del Congo, uno de los países más pobres y menos estables del mundo. Más del 60% de la oferta mundial de cobalto del mundo se extrae de minas situadas en la República Democrática del Congo, donde trabajan 35.000 niños en condiciones abusivas. Ese cobalto se encuentra en todas las pilas recargables de litio-ion que alimentan los teléfonos y los autos eléctricos de todo el planeta.
Para muchos expertos la batería será la reina del siglo 21 como en el 20 lo fue el petróleo. Sin ellas sería mucho más difícil que el mundo se desprenda de su adicción a los combustibles fósiles. Pero su fabricación es complicada porque contienen una combinación de químicos que deben cumplir con una serie de requisitos. Deben cargarse con rapidez, durar mucho más y ser seguros, tanto en el calor extremo del verano como en el frío invernal.
Sin un gran cambio en la tecnología, la demanda de cobalto se duplicará en la próxima década. Esto quiere decir que el crecimiento del auto eléctrico no se va a materializar si no hay un avance grande en baterías.
El cobalto es esencial para impedir que la batería se recaliente y dar estabilidad a los materiales. Pero también es el más caro de los metales (US$ 12 el kilo frente a US$ 8 para el litio y US$ 5 para el níquel) y eso impide que los fabricantes puedan bajar el costo de los eléctricos para competir con los nafteros.