Contratar a una persona que no encaja consume tiempo gerencial, estropea el ánimo general y aleja empleados existentes. “Hay muchos fundadores de emprendimientos que son fantásticos en lo que dominan pero no tienen experiencia en contratar gente y a veces lo hacen horriblemente,” dice Maria Palma, ejecutiva de RRE Ventures, una firma de asesoramiento a startups que ha preparado una serie de recomendaciones para no tropezar en un tema de tantas consecuencias:
- Muestren las ventajas y beneficios de la compañía en la página web, junto con fotos del equipo. Esto sirve para que los futuros candidatos conozcan las ventajas de trabajar para la empresa.
- Tómense el tiempo de entender bien a quién necesitan y cuáles van a ser sus responsabilidades y objetivos y usen esos conocimientos para escribir una atractiva descripción de la tarea.
- Sean proactivos: mantengan una lista de las personas más talentosas en el campo de la empresa y pregúntenles a quién se puede contratar. Agréguenlas a la lista de contactos y consulten cuantas veces sea necesario.
- Ofrezcan incentivos a sus empleados pero cuidado con la posibilidad de terminar con un grupo demasiado homogéneo. Busquen diversidad.
- Expliquen a los candidatos lo que pueden esperar del proceso y tengan tiempos de respuesta estandarizados para no dejarlos colgados si no obtienen el puesto. No decirles que no obtuvieron el puesto deja mal parada a la compañía.
- Entrevisten con un objetivo. No hagan las mismas preguntas a todos los candidatos y asegúrense de que todos los entrevistadores no repitan la misma pregunta al mismo candidato.
- Sean cuidadosos con la verificación de antecedentes. En lugar de confiar en las referencias que presenta el candidato, busquen contratos propios. Insistan para obtener más información y aprendan a leer entre líneas de lo que no están diciendo.
- Una vez que eligieron a quién contratar, inviertan en su desarrollo. Traten de entusiasmarlos dándole desafíos y no esperen las e valuaciones de fin de año para darles feedback. No se arriesguen a tener la desagradable sorpresa de que se van porque no estaban a gusto.