No se ha vuelto a escuchar al CEO de Renault-Nissan desde su arresto. Realmente había acumulado un enorme poder en sus múltiples roles, poder que usó para crear un grupo automotor que se había convertido en el más grande del mundo. Si abusó de ese poder, habrá que cuestionarse también la vigilancia que implementó Nissan durante tanto tiempo, dice The Economist en un editorial.
Varios analistas adelantan otra interpretación de los hechos: que actividades que durante muchos tiempo recibieron por lo menos una tácita aprobación de pronto se convirtieron en pecaminosas y se volvieron contra Ghosn.
¿Por qué fue que ahora Nissan decidió usar esas transgresiones contra Ghosn? Una explicación podría ser que la compañía quería aprovechar una nueva ley japonesa que insta a las empresas a exponer ilícitos a cambio de un tratamiento más indulgente. Otra dice que la facción más anti-Ghosn en Nissan, hasta de su estilo autocrático de manejar la empresa y de su profunda lealtad a Renault, informó a las autoridades sobre temas internos.
Esta hipótesis, que hablaría de un golpe empresarial que lo volteó, se basa en resentimiento que impera en Nissan contra Renault. Renault tiene 43,4% de Nissan (que le da derecho a voto) pero Nissan tiene 15% de Renault (que no le da derecho a voto). Para peor, 15% de Renault está en poder del Estado francés.
Lo que preocupa ahora es qué pasará con la alianza. Era la fuerza y la energía de Ghosn lo que lograba mantener encarrilado una estructura tan compleja. No va a ser fácil encontrar un reemplazo adecuado.