Qué pasará con el transporte público

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En Nueva York se preguntan si el transporte público no habrá llegado al final del camino.

Un colapso en las ventas de pasajes abrió un agujero fiscal de US$ 12.000 millones en la New York Metropolitan Transportation Authority. El organismo tiene un presupuesto anual de US$ 17.200 millones de los cuales los pasajes representan US$ 6.500 millones y los impuestos otro tercio. Sin más ayuda del Congreso, el organismo tendrá que despedir a 8.000 empleados, eliminar miles de millones de dólares en gastos proyectados y eliminar muchos servicios en los subtes, autobuses y trenes de Nueva York.

El temor es que muchos de los pasajeros que dejaron de viajar por la pandemia no vuelvan más a usar los servicios públicos. Un problema que sufren casi todas las grandes ciudades del mundo. La pandemia está poniendo en movimiento cambios estructurales que afectan también las redes de transporte urbano. Viajar al trabajo cinco días a la semana ahora parece algo excesivo en la era de la videoconferencia y los datos en la nube. En el futuro, 85% de los empleados preferirían trabajar remotamente por lo menos dos o tres días a la semana, según una encuesta de CBRE, una compañía de servicios inmobiliarios.

Semejante escenario debilitaría seriamente las finanzas de los sistemas de tránsito público que recorren las grandes ciudades. Ningún otro medio de transporte puede trasladar eficientemente a millones de personas hacia los distritos comerciales centrales. Con menos pasajeros y menos pasajes los operadores se encuentran ante una disyuntiva desagradable: recortar el servicio, algo que disgusta a los usuarios o pedir más subsidios al gobierno.

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