Nuevas sospechas éticas asedian a las grandes farmoquímicas

Cuando la industria creía dejar atrás una serie de escándalos, nuevas denuncias dañan reputaciones a ambas orillas del Atlántico norte. Afectan la imagen del negocio y despiertan la atención de reguladores en varios países.

La última andanada proviene del prestigioso New England journal of medicine, que pone en duda la política de las farmoquímicas en cuanto a qué estudios clínicos entregar a los boletines especializados para publicación. Por ende, el NEJM resolvió revisar el material presentado a la administración federal de alimentos y drogas (FDA en la sigla inglesa).

Un grupo de expertos descubrió que, entre 74 pruebas sobre efectividad de doce antidepresivos, apenas 31% se daba a publicación. Esto refleja una clara política: casi toda esa muestra se componía de estudios positivos, en tanto los negativos y dudosos no se pasaban a los medios especializados o se retocaban para “mejorarlos”.

“No podemos determinar si ese sesgo resulta de omisiones por parte de autores o aspiciantes, decisiones de los editores –trabar la difusión- o ambas cosas al mismo tiempo”, señalaron los examinadores. Pero Jeffrey Drazen (NEJM) sostiene que el panorama es alarmante: “cuando se prescriben medicamentos, debe contarse con los mejores datos a mano. Eso no sucede si se edita apenas una parte de la verdad”.

Por lo demás, los pacientes que se prestan como cobayos en las pruebas “afrontan riesgos sólo para que los laboratorios oculten información”, apunta el investigador Eric Turner. Aparte, “los médicos que recetan ignorando datos, porque no se difunden, pueden cometer errores peligrosos”.

La venta de antidepresivos en Estados Unidos representan US$ 21.000 millones anuales, según la consultoría IMS Health. Mientras Wyeth y Pfizer se negaron a formular comentarios, GlaxoSmithKline aclaró que ha hecho publicar más de tres mil ensayos clínicos en su sitio web. Schering-Plough y Eli Lilly aclararon que sus trabajos suelen difundirse como parte de artículos más amplios, no simpre dedicados a un solo específico.

El estudio del boletín aparece justo a dos meses de que Merck lograse un acuerdo extrajudicial –llamativamente barato- en una acción colectiva. Eran miles de pacientes, según quienes el analgésico Vioxx –retirado en 2004- podia causar transtornos cardiovasculares. Al respecto, la presión legislativa hizo a la FDA extremar controles sobre ensayos clínicos antes y después de aprobados. Pero el trabajo de NEJM se pregunta si la avidez por ganancias continúa imponiéndose y afecta la fiabilidad de cuanto la industria entrega para publicación.

Así, el congreso trata ahora de determinar si Schering-Plough y Merck han demorado en difundir estudios que comparan desfavorablemente Vytorin y Zetia (las drogas mas redituables que ambos venden juntos) con genéricos más baratos. Entretanto, los investigadores no descartan que se hayan cambiado objetivos en medios de ciertos ensayos, lo cual comporta infringir el protocolo científico.

La obsesión con genéricos rivales están generando otro escándalo de campanillas. Inspectores de la Comisión Europeo allanaron esta semana instalaciones de Pfizer, GSK, AstraZeneca y Sanofi-Aventis (donde tiene acciones el estado francés), entre otros. Con mayor celo que ls justicia norteamericana en el caso Merck, buscaban pruebas de maniobras ilícitas para bloquear comeptencia de genéricos en medicamentos cuyas patentes exclusivas hayan vencido.

La última andanada proviene del prestigioso New England journal of medicine, que pone en duda la política de las farmoquímicas en cuanto a qué estudios clínicos entregar a los boletines especializados para publicación. Por ende, el NEJM resolvió revisar el material presentado a la administración federal de alimentos y drogas (FDA en la sigla inglesa).

Un grupo de expertos descubrió que, entre 74 pruebas sobre efectividad de doce antidepresivos, apenas 31% se daba a publicación. Esto refleja una clara política: casi toda esa muestra se componía de estudios positivos, en tanto los negativos y dudosos no se pasaban a los medios especializados o se retocaban para “mejorarlos”.

“No podemos determinar si ese sesgo resulta de omisiones por parte de autores o aspiciantes, decisiones de los editores –trabar la difusión- o ambas cosas al mismo tiempo”, señalaron los examinadores. Pero Jeffrey Drazen (NEJM) sostiene que el panorama es alarmante: “cuando se prescriben medicamentos, debe contarse con los mejores datos a mano. Eso no sucede si se edita apenas una parte de la verdad”.

Por lo demás, los pacientes que se prestan como cobayos en las pruebas “afrontan riesgos sólo para que los laboratorios oculten información”, apunta el investigador Eric Turner. Aparte, “los médicos que recetan ignorando datos, porque no se difunden, pueden cometer errores peligrosos”.

La venta de antidepresivos en Estados Unidos representan US$ 21.000 millones anuales, según la consultoría IMS Health. Mientras Wyeth y Pfizer se negaron a formular comentarios, GlaxoSmithKline aclaró que ha hecho publicar más de tres mil ensayos clínicos en su sitio web. Schering-Plough y Eli Lilly aclararon que sus trabajos suelen difundirse como parte de artículos más amplios, no simpre dedicados a un solo específico.

El estudio del boletín aparece justo a dos meses de que Merck lograse un acuerdo extrajudicial –llamativamente barato- en una acción colectiva. Eran miles de pacientes, según quienes el analgésico Vioxx –retirado en 2004- podia causar transtornos cardiovasculares. Al respecto, la presión legislativa hizo a la FDA extremar controles sobre ensayos clínicos antes y después de aprobados. Pero el trabajo de NEJM se pregunta si la avidez por ganancias continúa imponiéndose y afecta la fiabilidad de cuanto la industria entrega para publicación.

Así, el congreso trata ahora de determinar si Schering-Plough y Merck han demorado en difundir estudios que comparan desfavorablemente Vytorin y Zetia (las drogas mas redituables que ambos venden juntos) con genéricos más baratos. Entretanto, los investigadores no descartan que se hayan cambiado objetivos en medios de ciertos ensayos, lo cual comporta infringir el protocolo científico.

La obsesión con genéricos rivales están generando otro escándalo de campanillas. Inspectores de la Comisión Europeo allanaron esta semana instalaciones de Pfizer, GSK, AstraZeneca y Sanofi-Aventis (donde tiene acciones el estado francés), entre otros. Con mayor celo que ls justicia norteamericana en el caso Merck, buscaban pruebas de maniobras ilícitas para bloquear comeptencia de genéricos en medicamentos cuyas patentes exclusivas hayan vencido.

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