En un intento por enmendar las distanciadas relaciones con las tecnológicas privadas, Carter explicó la nueva estrategia – que en realidad es una actualización de la original lanzada en 2011 – ante un público reunido en la Stanford University en el primer día de su gira por Silicon Valley en California. El propósito es volver a colocar al Pentágono en centro del desarrollo tecnologías de avanzada, una posición que hace mucho tiempo cedió al sector privado.
Algunos de los puntos salientes, según funcionarios de Defensa que hablaron con la prensa solicitando anonimato, incluyen abrir una oficina en la Bahía de San Francisco y equiparla con personal mitad civil y mitad militar que trabajará codo a codo con startups tecnológicas y definirá cuándo habrán de actuar fuerzas militares en respuesta a ataques de hackers. Al Ministerio de Defensa le preocupa cada vez más que las luchas del gobierno por mantenerse a la altura del sector tecnológico comercial se estén convirtiendo en un peligro de seguridad nacional. “Cada vez más esas tecnologías son desarrolladas en start-ups y el Departamento de Defensa debe estar dispuesto a correr algunos riesgos con el sector comercial”, dijo un funcionario.
El plan requiere también un nuevo programa piloto con In-Q-Tel, una empresa tecnológica sin fines de lucro que hace tiempo trabaja con la comunidad de inteligencia de Estados Unidos. El funcionario dice que a través de esta nueva sociedad, “haremos inversiones en tecnologías que están en sus etapas iniciales, como la nanoelectrónica, software y automatización. Durante su estada en California, Carter se hizo tiempo para participar en una mesa redonda privada conducida por el capitalista de riesgo Ben Horowitz para escuchar a ejecutivos tecnológicos. “Lo que estamos buscando es entablar contactos y relaciones con empresas que normalmente no pensarían en hacer negocios con el Departamento de Defensa”, dijo el funcionario.