Noticias con impacto e incidencia global

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Entre los millares de historias de negocios que se registraron en el curso del año que acaba de fenecer, hay algunas relevantes, de alto impacto y de incidencia global.

Una de ellas es lo ocurrido –y lo que pueda ocurrir –con la economía china a partir del pinchazo de la burbuja bursátil a mediados de año. Temblaron todas las Bolsas y mercados financieros del planeta. La explicación de muchos analistas es que las acciones y valores negociados no pueden mantener un permanente divorcio de los llamados “fundamentals” de la economía.

En verdad, el argumento es plausible si se repara en que la Bolsa de Shenzhen creció 200% en un año y que la más vieja Bolsa de Shangai lo hizo en 140%, totalmente desconectado de lo que ocurría en el resto de la economía.

Cuando las acciones subían, las exportaciones descendían y el crecimiento económico se tornaba mucho más lento.

Sin embargo, a pesar del descenso brusco en el valor de acciones y bonos, que fue de 30% en Shangai, en pocas semanas, el año terminó por arriba de 2014, en 9%.

Tal vez más alarmante todavía fue, precisamente, el continuado descenso en el ritmo de crecimiento de la economía china. Por décadas, el crecimiento internanual estuvo por encima de 10%. Lo que permitió que en poco tiempo una economía subdesarrollada pasara a ser la segunda economía mundial –o la primera, según como se la mida-. Ese ritmo de crecimiento fue responsable del alza en el precio de las materias primas durante una década gloriosa para los países con productos básicos que ofrecer, como los de la región, y de Argentina en especial.

Al bajar el ritmo de crecimiento chino, el ciclo ascendente de los commodities tuvo un freno abrupto. El signo más evidente es el notorio descenso en el precio del petróleo (aunque algunos lo ligan a una riesgosa estrategia saudita por recuperar mercados). El sector más perjudicado fue el de la minería, que vio diezmadas sus ventas externas (muy aleccionador de la nueva situación es la casi bancarrota de Glencore, el gran productor mundial).

En otro orden de cosas, noticia relevante fue a finales de julio pasado, cuando Amazon superó a Walmart en términos de capitalización de mercado. Un cambio drástico en el retail. Ahora se profundizó esa tendencia: Amazon vale está por encima de US$ 300 mil millones, mientras que Wal Mart está por debajo de US$ 200 mil millones.

Amazon es responsable de 25% de todo el e-commerce en Estados Unidos, y de 4% del total de ventas del retail dentro de ese país.

Otro acontecimiento de alto impacto, durante 2014, es la herida profunda en la reputación de Volkswagen.

 

VW debería refundarse

Todo empezó con una investigación académica en la Universidad de West Virginia. Uno de los papers presentados explicaba que la emisión de gases de los motores diésel de los autos Volkswagen excedía el límite autorizado. Pero no era fácilmente detectable por un software especialmente incorporado que burlaba toda medición, colocándola en niveles permitidos. Justo en contra de la sustentabilidad declamada.

Con un poco de suerte para la automotriz alemana, todo hubiera quedado pronto en el olvido. Pero entre los asistentes había funcionarios de EPA,la entidad regulatoria federal (Environmental Protection Agency) que quedaron intrigados. Hicieron las pruebas y comprobaron la verdad de la tesis.

Volkswagen había estado mintiendo y engañando deliberadamente a las autoridades regulatorias, y peor aún, a los consumidores que habían confiado en la marca. 500.000 autos que funcionaban a diésel estaban en esa condición. Pero la bomba que había explotado era la primera de una cadena de estallidos que continuó durante los días siguientes.

Más de 11 millones de vehículos se habían vendido en Europa con la misma trampa, el software que se activaba cuando se medían las emisiones. Suiza prohibió de inmediato la venta de estos vehículos. Las investigaciones comenzaron en otros mercados europeos, y en especial en los del sudeste asiático.

En apenas una semana, el valor de capitalización de la empresa cayó en 37%.

Ahora, expertos en gobernanza e inversores aconsejan a Volkswagen reestructurar completamente la compañía luego del escándalo. Sugieren también que los principales accionistas deberían dejar sus puestos en la comisión supervisora.

Esos comentarios coincidieron con la calificación que dio a conocer Moody´s muy similar a la de Standard & Poor´s durante octubre. Moody´s explicó su calificación diciendo que peligran la reputación y las ganancias de la compañía después de las últimas revelaciones sobre engaño en las emisiones, y que probablemente estaría también incluido el modelo de lujo Porsche.

También expresó preocupación, entonces, por temas de gobernanza y control interno en la automotriz alemana. Solo un miembro en la comisión supervisora es visto como independiente de la compañía o de sus accionistas controlantes.

Por su parte, VW dijo que estaba tomando medidas: echó al CEO anterior, lo reemplazó con Matthias Muller, ex director de Porsche.

Pero los reclamos que se escuchan desde afuera sugieren que los cambios deberían ir muchísimo más adentro de la organización.

Lo cierto es que VW dió pérdidas por primera vez en 17 años. El tercer trimestre fue demoledor para y la empresa ya advirtió que la ganancia operativa del año va a caer en forma significativa decido a los costos anticipados derivados del escándalo por las altas emisiones de diesel.

La pérdida se inició con una previsión de € 6.700 millones para los costos que significará reparar los vehículos que contienen los denominados “dispositivos engañosos”.

“Haremos todo lo posible que podamos para recuperar la confianza que perdimos”, dijo el nuevo CEO Matthias Müller.

La mayor automotriz de Europa admitió que hasta 11 millones de vehículos en todo el mundo contienen software que controla el motor de tal manera que reduce las lecturas sobre emisión de gases de óxido de nitrógeno en los tests de laboratorio.

 

 

 

 

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