Prestadores y clientela: solo se trata de sobrevivir…

    Por Rubén Chorny

    “Guachimán”, le dicen en Venezuela al típico hombre (“man”) cuya función es observar (“watch”). Se lo ve en las puertas de los edificios, la recepción de los condominios, garitas urbanas, espacios públicos, y todo lugar que requiera ponerle el ojo y alguien esté dispuesto a pagarlo.

    En la Argentina se los llama vigiladores y, tomando los últimos datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, “Claves Información Competitiva” contabiliza unos 150.230 en 2014, que representan un aumento de la plantilla de 11% con relación a la de 2010, que calcula en 135.339.
    A la Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigación (CAESI), datos formales de la AFIP le dan un número menor, 142.000 aproximadamente, lo cual apunta a relativizar las conclusiones más optimistas de crecimiento asignadas a un sector que anida en las entrañas mismas de uno de los ítems que más preocupan a la sociedad: la inseguridad.

    De todos modos, estamos hablando de un negocio que facturó $23.377 millones el año pasado, que lo lleva a ocupar 0,06% del PBI.

    El estudio realizado por Claves atribuye a la falta de acción en materia de seguridad pública y participación por parte del Estado el significativo crecimiento de las empresas del sector, que el año pasado se desaceleró.

    Identifica como las principales a Prosegur, Securitas, G4S Argentina, Brinks y ADT, que representan 41,4% del mercado local de la seguridad industrial, vial, de empresas, bancos, countries, personas, etc.

    Una sensación contradictoria invade al “guachimán” argentino: su temática, y por lo tanto la demanda al servicio que presta, figuran al tope de la agenda mediática, pero al mismo tiempo la situación económica los torna conflictivos. Lo que resiente de alguna forma las contrataciones, sea por reducción de horas contratadas o por la aparición de alternativas más baratas rayanas con la ilegalidad.

    Al ser la seguridad privada una actividad mano de obra intensiva, 8 de cada 10 pesos del costo de la vigilancia física (que insume casi 70% del giro del negocio) van a sueldos, y los convenios colectivos que se firman con la Unión de Personal de Seguridad de la República Argentina (UPSRA), además de hacer subir 34,1% la plantilla salarial del año pasado, para este ya se anticipó que cualquier negociación partirá de 38%.

    Cómo se trasladará a una facturación mensual del sector de $2.556 millones como la actual, cómo incidirá en la cantidad de horas a contratar por los usuarios, si estarán dispuestos a pagar los aumentos y cómo, constituyen el acertijo empresarial del momento.
    “Cuando arrancamos con estos convenios colectivos, teníamos los sueldos en $6.000 y pico y hoy están en 8.000 y pico. La hora hombre hoy debe estar en $92 más IVA, y eso descoloca un poco la realidad”, advierte el presidente de CAESI, Aquiles Gorini.

    Explica: “Puede haber alguna otra empresa, o finalmente una cooperativa, para dejarlo dentro del marco legal, que le ofrezca valores de $60/65 más IVA”. Y en el interior del país se dan casos de $30/32.

    Seguridad tecnológica

    No solo la competencia del precio de la hora-hombre determina la permanente revisión de los números del negocio. Ezequiel Benedetti, director de Vanguard, también da fe de haber visto a lo largo de la trayectoria de la firma “cómo servicios que hace 20 ó 30 años insumían 50 vigiladores o más, hoy se cubren con menos de 10”. Le da pie para aclarar, pese a todo, que la tecnología, que requiere de planificación e importante inversión inicial, no es un reemplazo absoluto para la seguridad física, la cual sí brinda soluciones inmediatas y puede ajustarse dinámicamente a las necesidades y las fluctuaciones del mercado”.

    La reconversión tecnológica y de los recursos humanos podría haber sido otra de las causas que motivó a varias firmas del sector a retirarse ya que, según la consultora Claves, el padrón bajó de 1.679 registradas en 2013 a 1.650 en 2014.

    Hasta puede haber incidido también en esta desafectación la cobertura que brindan los servicios de policía adicionales que prestan todas las fuerzas de seguridad pública, la que para el titular de la cámara se expandió, pero de un modo que califica de atomizado.

    Según los datos que maneja Gorini en torno de las fuerzas de seguridad, como Policía Federal y Gendarmería, Prefectura, y en menor medida en Seguridad Aeroportuaria, con la Policía Metropolitana se estaría en el orden de los 200.000 efectivos, a los que cabría incluir los 70.000 de la Bonaerense y los 15.000 largos de las policías locales, que por la ley provincial todo el tiempo incorporan. Su pregunta entonces sería: ¿quién sabe dónde está cada uno y quién concentra el mando operativo?

    Otro motivo de desconcierto para una empresa del ramo es que para estar en todo el país necesita 26 habilitaciones: en las 24 jurisdicciones más la Aeroportuaria y Prefectura. “Son 26 aranceles diferentes, autoridades de aplicación, fiscalizadores, normativas, y no es bueno, porque la actividad se rige por leyes nacionales: registro de las personas, de reincidencia, de armas, habría que terminar con un federalismo obsoleto”, estalla Gorini.

    Anuncia que este será otro capítulo para abordar con la dirigencia política en el año preelectoral, lo mismo que la generación de nuevas vetas de ocupación para los asociados mediante la celebración de distintas complementaciones con el sector público, como se viene haciendo con el Operativo Sol desde hace cuatro veranos, con el Acuda que se acordó compartir con la policía Metropolitana en CABA y ahora con el proyecto de regreso del público visitante al fútbol.

    Pero Gorini concibe otra meta más enjundiosa en ciernes: trabajar fuerte para frenar la competencia desleal que representa el avance de las prestaciones clandestinas, en una coyuntura de costos en aumento por encima de los presupuestos.

    Ezequiel Benedetti, director de Vanguard, exhorta a que el riesgo de “una reducción de horas-hombre en los servicios y la consecuente pérdida de puestos de trabajo en el sector” no sea perdido de vista en vísperas de la próxima negociación paritaria”.

    Las anchas espaldas financieras de las empresas extranjeras y la competencia trucha representan la polarización que caracteriza a un mercado argentino turbulento, en el que sobra la inseguridad para demandar seguridad en un marco de valores revueltos, ecuación esta que será vital resolver para que superviva el prestador y sobreviva el cliente.

    Demanda mundial asegurada de menos a más

    Los principales países de las regiones de Asia, Europa del Este, África y el Medio Oriente son los que, por defecto, tienen el mayor campo para recorrer en materia de desarrollo de la seguridad. También es relativamente baja la intensidad de uso de los servicios en China, India y Sudáfrica. Medido en relación con indicadores como el PIB y la población urbana, se le estima una tasa anual de 10% hasta 2018.

    Los socios del Brics representarán 18% del mercado mundial de seguridad privada hacia 2018, mientras que para ese entonces otro, como Brasil, segundo mercado mundial más importante en 2013, alcanzaría 8% de participación gracias a una expansión por encima del promedio.
    Estados Unidos continuará siendo el mayor consumidor nacional de servicios de seguridad privada: 27% de la demanda total mundial en 2018.

    La Argentina registra un desarrollo prematuro de la actividad. Siguiendo el último ranking elaborado por la Organización de Estados Americanos (OEA), que toma datos de 2010 (los de la Argentina son de 2008) la Argentina lidera con 973 robos cada 100.000 habitantes, muy por encima de los 473 robos cada 100.000 habitantes en promedio del resto de los países de la región, según Claves IC.

    Asimismo, desde 2000, la Argentina es el país con más robos en el continente americano, proporcionalmente. Tuvo picos durante 2002 y 2003, tras la crisis de fines de 2001, con tasas de 1.253 y 1.146 robos cada 100.000 habitantes, respectivamente, pero la disminución fue apenas perceptible.

    El CEO de G4S, Fernando Kelly, identifica como potenciador de estas estadísticas al creciente grado de violencia de las situaciones de inseguridad. Observa en algunas áreas del interior el crecimiento de ciertos tipos de delitos atribuibles desde al crecimiento demográfico de áreas urbanas hasta a las actividades del crimen organizado, como el narcotráfico, o la piratería del asfalto, asociados a delitos más complejos.

    Fútbol para Todos, con visitantes

    CAESI viene celebrando convenios marco de cooperación de la seguridad privada con la pública: para compartir Acuda con la policía Metropolitana en la Ciudad de Buenos Aires o con el Gobierno bonaerense desde hace cuatro años para integrarse al Operativo Sol, que también fue suscripto por el sindicato de Seguridad de la Provincia, para que las empresas mancomunen su labor privada en los lugares de veraneo con el creciente despliegue de las fuerzas públicas en la costa atlántica.

    Pero acaba de surgir otra posibilidad de demanda de sus servicios y está vinculada con el proyecto que impulsa el precandidato presidencial Daniel Scioli para que se vuelva a permitir el ingreso del público visitante a los estadios de fútbol antes de las elecciones.

    “Hace dos años, el gerente de seguridad del Real Madrid hizo una muy buena exposición en cuanto a todos los equipamientos que tenía el estadio durante un congreso de encuentros deportivos masivo, y de hecho explicó que muchos otros lo tienen. Lo pude comprobar en Italia, donde la seguridad privada monitorea. Se vio muy bien en ocasión del último Mundial en Brasil. Logró una calificación de la FIFA 9.25 sobre 10 la participación de la seguridad privada: superó a la concedida a la seguridad pública”, comenta el titular de la cámara Aquiles Gorini.

    Actualmente en el país todos los estadios de fútbol tienen un gerente de seguridad, igual que los countries, lo cual es un avance significativo.

    Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigación

    El delito sacó varios años de clara ventaja

    El titular de CAESI, Aquiles Gorini, un estudioso de la temática a escala global y regional, analizó el origen y las causas del avance del delito en sus diversas formas sobre una sociedad que se encuentra atribulada para darle respuesta.

    –¿Puede considerarse a la inseguridad una causa perdida?
    –Es un fenómeno social que crece hace años, que ya veníamos advirtiendo desde hace 25 que las maras de El Salvador, Guatemala, vendrían a la Argentina, y basta hoy ir a Rosario para ver lo que viene. Cuando hablábamos de la exportación de los dealers colombianos tampoco creían que llegarían y actualmente están instalados, probablemente para quedarse un tiempo. Todos esos fenómenos más los delitos cibernéticos sorprenden a cualquier país en sus estructuras originales. No alcanza con reaccionar rápido y mandar a funcionarios policiales a estudiar cibernética a Alemania o comportamiento marero a Centroamérica. A partir de políticas de Estado serias, con información, se pueden prever delitos, pero como la reacción suele ser cuatro, cinco, ocho años más tarde, para el momento que se los tiene que combatir ya hay nuevas modalidades.

    –¿La creciente inseguridad pone en jaque perpetuo a la seguridad?
    –Hace años que nos imaginamos contrarrestar el delito con herramientas que para mí ya están obsoletas. En algún momento habrá que adecuarlas a la realidad del delito a través de una serie de medidas, códigos diferentes, respuestas un poco más inteligentes, abrir de alguna manera a las pruebas que hoy son semiplenas pruebas o indicios, que no sirven para juzgar pero son pautas que no se pueden dejar de considerar: los nuevos delitos van generando vacíos en el mismo código. Después se puede analizar si hay que aumentar las penalidades y demás.

    La “auxiliaridad” crece
    –¿La seguridad privada crece por deficiencia de la pública o funciona como diferencial?

    –El tema de la seguridad es complejo si uno lo toma como una fragmentación de la pública y la privada. Hay una tendencia en el mundo, de Europa para acá y en algunos países, donde la seguridad privada está muy desarrollada, o a lo sumo igual que la nuestra, como puede ser la chilena, brasileña, mexicana, colombiana, a la integración con la pública a través de esa “auxiliaridad” que la ley prevé y está creciendo. No deberíamos ser la excepción.

    –¿Cómo se da esa simbiosis?
    –Cuando se globaliza el delito se requiere de más fuerzas públicas, con lo que resulta prácticamente imposible pretender que abarquen todos los sistemas individuales. Ahí se abren brechas, como en el área corporativa o individual. Para la corporativa nunca fue un problema acceder tanto a seguridad privada como a pública. De hecho, muchas empresas contratan servicios adicionales y privados, pero el particular (y ahí viene un poco el crecimiento) es el que más indefenso se siente y empieza a jugar con valores, que pueden ser o no tan ciertos desde el punto de vista de seguridad, y determina contrataciones en edificios o en countries.
    Pero cuando tomamos la custodia de la mercadería en tránsito, que podría ser pública por no ser estática sino desplazarse, incluso entre jurisdicciones, se va dando un crecimiento en esos aspectos, de modo que la seguridad privada va un poco de la mano del crecimiento del delito, pero no por la ausencia de la pública. De ser así, de alguna manera seríamos un poco rectores o celadores de una ausencia del Estado, lo cual suena a muy pretencioso. Sí creo que puede ser un complemento, y que a veces las estadísticas delictivas desbordan y nadie le puede quitar el fallo social según el cual la ciudadanía diga: “Señores, me quiero cuidar solo si lo que hacen no alcanza”.

    –Además de las estadísticas, lo que es peor también desbordan las guardias de los hospitales y la inseguridad en ese ámbito…
    –Al haber más policías y más inseguridad, las posibilidades de enfrentamiento aumentan, con lo cual el delincuente, como el policía, necesitan en algún momento ir a atenderse, víctima o no de alguna reacción. Lo que antes era 1/1.000 hoy es 1/100.
    Si retrocedemos no muchos años, prácticamente no había seguridad privada en los hospitales. La presencia de la pública, aun hoy con la privada, es absolutamente necesaria, porque las guardias son una fábrica de conflictos judiciales. Lo que puede hacer la seguridad privada es dar cobertura general hospitalaria, evitar los hurtos y prevenir situaciones de desborde. Convengamos que no se está reemplazando nada.

    Prosegur
    Mayor conciencia de prevención en la sociedad

    La política global que aplica para que tanto el cliente como su balance le saquen el mayor jugo al servicio que brinda, es integrar servicio privado con público y, a su vez, que la vigilancia física se complemente con la tecnología.

    Proveedoras de clientes residenciales y corporativos de distintos sectores y tipo de actividad: aeropuertos, automotrices, dependencias gubernamentales y embajadas, entidades financieras, hipermercados, centros comerciales, hoteles, casinos, salas de juego y museos, minería, energía, petróleo y telecomunicaciones, entre otros, tanto Juncadella como Activa conforman la firma de seguridad privada que presenta el mejor beneficio por cada peso facturado y la mayor rentabilidad, según la ponderación de Claves IC.

    Actualmente, cuenta con una cartera de 66.000 clientes entre hogares, comercios, empresas e instituciones. Además dispone de una flota de 780 vehículos de seguridad, 575 blindados y 100 motos, cuantifican.

    De los más de 150.000 profesionales que integran la plantilla global, 17.300 trabajan en la Argentina, con un crecimiento constante en contrataciones de nuevos profesionales.

    La respuesta a la consulta de Mercado al respecto fue global e institucional: “Según los últimos datos financieros globales informados en noviembre de 2014, durante los primeros nueve meses del año pasado alcanzó ingresos por € 2.776 millones, lo que representa un aumento de 14% con respecto a 2013, en igual período. Estos resultados se deben a la evolución positiva de los márgenes y otros avances operativos en los países en los que está presente”.

    Conciencia de prevención

    Sobre la Argentina, el comentario que consta en el comunicado entregado desde la empresa como respuesta a las preguntas formuladas es que “se observa un aumento en la demanda de servicios en general debido, en gran medida, a una mayor conciencia de prevención instalada en la sociedad. En el caso de los hogares, por ejemplo, se incrementó 20% la demanda de seguridad, específicamente de alarmas monitoreadas”.

    Sostiene que uno de los factores determinantes de este crecimiento es la tecnología, que se hizo más accesible y cercana a la gente. “Hoy no solo se buscan los sistemas de alarmas que avisan de una irrupción directamente en una vivienda, sino también complementos para resguardar perímetros externos, situación que da mayor tiempo de reacción y toma en cuenta las dinámicas de vida de las familias para evitar falsas alertas”, explica.

    El porfolio de servicios que despliega Prosegur contiene estos sistemas electrónicos de seguridad, alarmas corporativas y domiciliarias, junto con la clásica vigilancia activa, Gestión Integral de ATM (cajeros automáticos), logística de valores, gestión de efectivo y sistemas de protección contra incendios, los cuales son atendidos a través de las áreas de Vigilancia, Gestión de Efectivo y Logística de Valores y Tecnología corporativa y residencial.

    Securitas

    Los costos serán el desafío que se viene

    Es la otra gran empresa de seguridad privada que conjuga números y prestación. Su directora de Comunicación, Asuntos Públicos y RSC, Patricia Sclocco, reconoce que se viene un año difícil pero que el foco no se correrá del cliente.


    Patricia Sclocco

    La ejecutiva destaca que la actividad de la seguridad privada sigue los pasos del crecimiento de las necesidades de los clientes, y ellos lo reconocen.

    “Trabajamos el concepto de especialización por segmentos –señala–. Nuestros clientes más importantes pertenecen a aeropuertos, retail, oficinas comerciales, logística, bancos y entidades financieras, petróleo, laboratorios, industria automotriz, energía y puertos”.

    Y a esa diversidad apunta “nuestro nuevo modelo de soluciones, que nos permitió abrir el abanico de opciones de servicio. Hoy, aparte de vigilancia física y monitoreo, sumamos varias especialidades como Safety, Prevención de incendios, Seguimiento satelital con información en tiempo real y soluciones con inclusión de tecnología accesible para pequeñas y medianas empresas a través de Securitas 360”.

    La incorporación de tecnología no es óbice para que la empresa siga considerando a los guardias como claves para dar el mejor servicio, ya que “nos brinda la oportunidad de darle las mejores herramientas a nuestra gente para desarrollar sus tareas y la mejor capacidad de respuestas para resolver los incidentes que pudiesen tener nuestros clientes”.  

    Respecto de la evolución de los costos de mano de obra, admite que siguen siendo muy importantes a la hora de brindar el servicio, “pero seguiremos trabajando con todo el sector para evitar el deterioro de los sueldos, defender el trabajo en blanco y seguir siendo creativos a la hora de brindar servicios a nuestros clientes”.

    Lo señala, “sin lugar a dudas”, como uno de los desafíos más grandes para este año, ya que “lo más importante en este negocio es estar cerca de nuestros clientes teniendo en cuenta sus necesidades y analizar juntos cómo se pueden optimizar los costos del servicio con la inclusión de la tecnología sin perder de vista la presencia profesionalizada de nuestros guardias”. 

    G4S Argentina

    Confianza, el diferencial en el tiempo del ajuste

    El CEO de la empresa, Fernando Kelly, considera que 2014 ha sido un buen año en el 40 aniversario de la empresa, ya que continúan con un altísimo índice de retención de clientes e incorporación de nuevos. Lo atribuye al factor “confianza”, clave en el sector.


    Fernando Kelly

    Afirma asimismo que las condiciones financieras del mercado hacen que muchas compañías asuman contratos que luego no pueden tornar operativos, como plazos de pagos extendidos, cuando el principal costo es el laboral, que debe efectivizarse en plazos muchos más cortos. “Esta situación es determinante para la viabilidad de muchas de las empresas del sector”, argumenta.

    Tras aclarar que el volumen general de facturación sube por la inflación y fluctúa de acuerdo con el nivel de actividad del cliente y el segmento de servicios de seguridad de la industria o actividad, afirma que “en principio no tuvo una conducta disociada del comportamiento del PBI y que ciertos segmentos en particular, como el de seguridad electrónica, registraron un crecimiento más marcado por el surgimiento de nuevas tecnologías, que ofrecen nuevas prestaciones y que inclusive, en algunos casos, son alternativas a otros mecanismos de seguridad”.

    Sostiene que “las empresas establecen planes de seguridad más allá de la coyuntura, con lo cual la eventual variación de un índice no explica por sí misma la conducta de la demanda”.  

    En el caso de los individuos, advierte que la cultura argentina es más reactiva que preventiva, atento a lo cual el requerimiento de medidas de seguridad generalmente surge luego de ser afectado en forma personal o porque  algún allegado sufrió un incidente.

    La cartera de G4S es básicamente corporativa (BtoB) y en la facturación, predominan los servicios de personal de seguridad (guardias), seguidos de los sistemas de seguridad electrónica y los servicios de monitoreo y respuesta (alarmas y seguimiento de flotas de carga a través de la firma), respectivamente.

    Kelly destacó la particularidad de que se atienden clientes para los que la implementación de medidas de seguridad permite colaborar con el desempeño de sus procesos, además de mitigar riesgos y proteger su personal y activos.

    Vanguard S.A.

    La ilegalidad acecha tras las bambalinas de la inflación

    El factor inflacionario es muy grande si se tiene en cuenta que las paritarias se cerraron con 34% en 2014. Mientras el impacto sobre el costo de la seguridad física es directo por lo menos dos veces al año, la electrónica no lo sufre tanto como al dólar oficial.


    Hugo E. Benedetti

    El director Hugo Ezequiel Benedetti rebate la teoría de que si hay más demanda de mayor seguridad por parte de la sociedad que el Estado no atiende, las empresas privadas lo hacen y, de esta manera, revierten la “inseguridad” en un gran negocio. Lo fundamenta en que “nuestros principales clientes son las corporaciones, empresas, Pyme e industrias que se rigen por la realidad económica del país”.

    Sin embargo, previene que es importante distinguir entre la seguridad pública y privada, ya que esta “tiene un componente eminentemente preventivo y situacional: apunta a las causas más próximas del delito, controla aspectos específicos y busca mitigar los riesgos, pero sin gozar de ninguna atribución penal”.

    La seguridad de la sociedad no es de ninguna manera una responsabilidad de los privados, sino que corresponde al ámbito público. No obstante, juzga necesario “generar el marco dentro del cual las esferas pública y privada interactúen, para lo cual debería haber mayores controles que eliminen a las empresas que subsisten en la ilegalidad, porque de lo contrario, pasan a ser parte del problema y no de la solución”.

    Ciberseguridad


    En todo caso, admite que la demanda social por seguridad pueda tener mayor incidencia en el incremento de otros negocios, como el de la electrónica (alarmas, cámaras, monitoreo) y, dentro del campo de la física, la que se brinda en los complejos residenciales (consorcios, countries y barrios privados).

    La facturación de Vanguard, de mayor a menor, se reparte en seguridad en industrias y oficinas; custodias de mercadería (con o sin vehículos) y complejos residenciales (edificios, barrios privados y countries), según el ejecutivo.

    Descarta también que haya relación entre los índices de criminalidad y el crecimiento del sector: a) por no ser confiables las estadísticas, b) por responder a percepciones subjetivas y c) porque el impacto del temor y la victimización sobre la demanda de seguridad privada es moderado, ya que incide en ciertos servicios solamente.

    Sí reconoce que en los últimos dos años hubo un crecimiento importante del índice de victimización, en especial en la provincia de Santa Fe. “El mayor problema del mercado en el interior del país es la informalidad. Existe un gran número de empresas con trabajadores no registrados o trabajando en condiciones que están fuera de lo permitido por las regulaciones. En la medida en que los consumidores exijan servicios de calidad y dentro de la ley, el mercado para nosotros crecerá”.

    Tyco Integrated Fire & Security

    Seguridad electrónica, 30% de market share y en ascenso

    El gerente de Marketing, Javier Kahn, sostiene que las soluciones de seguridad electrónica vienen en alza: en 2008, las inversiones representaban 15% contra 85% de la física. Hoy la proporción subió de 30 a 70%. Y seguirá en aumento hasta llegar a un equilibrio de ambas, vaticina.


    Javier Kahan

    Si bien la tendencia aún marca un predominio de la vigilancia física, remarca que en los últimos años se ha comenzado a notar que la seguridad electrónica también está tomando terreno, siendo un aspecto cada vez más importante a la hora de pensar en una estrategia de seguridad: “Desde el punto de vista de la seguridad electrónica, que es el mercado que nos compete, hemos detectado un importante crecimiento en el consumo de estas soluciones, de modo que durante 2014, seguimos siendo la empresa más grande del país, con más de 190.000 clientes, y hemos experimentado un incremento sostenido en el consumo de alarmas, lo que representa 10% con respecto a 2013”, indica.

    Lo atribuye al aumento en la inversión que realizan las personas en estos sistemas, cuya efectividad es cada vez es más valorada, tanto en hogares como en comercios y empresas, gracias a su confiabilidad, adaptación a diferentes plataformas y fácil acceso, si bien admite que la tendencia aún marca un predominio de la vigilancia física.

    Desde la perspectiva de una estrategia de seguridad, este predominio no implica una alternativa sobre la otra, sino un trabajo articulado entre ambas partes que, poco a poco, está obteniendo mayor reconocimiento.

    En cuanto a la reposición, “en Tyco contamos con productos nacionales y fomentamos la producción local. Además de trabajar con partners nacionales, a través de la gestión en nuestro laboratorio, somos la primera compañía de seguridad electrónica de la Argentina en contar con un establecimiento aprobado y certificado para la fabricación, el ensamblado, la reparación y el reacondicionamiento de productos de seguridad residenciales, a través de un equipo altamente capacitado, lo cual nos permite contar con una constante reposición de productos”, detalla.