Los esfuerzos destinados a atajar la contaminación por plásticos siguen adoleciendo de una grave descoordinación, se ven obstaculizados por la falta de datos y se centran en soluciones a posteriori, como las campañas de limpieza, que consumen importantes recursos que sería mejor invertir en soluciones normativas de eficacia demostrada, gestión de residuos e infraestructuras de reciclaje, según señala un documento de investigación publicado por Chatham House y la Asociación Mundial para el Agua.
El documento Why lifecycle solutions are needed to tackle marine plastic pollution (Por qué se necesitan soluciones basadas en el ciclo de vida para atajar la contaminación marina por plásticos) sostiene que el complejo problema de la contaminación por plásticos, cuyo costo anual asciende a 100.000 millones de dólares, no parece remitir, pero que los enfoques normativos de eficacia demostrada adoptados en la Unión Europea, el Japón y Chile pueden servir como punto de partida para los países que intentan frenar este fenómeno, así como establecer una base de referencia para las negociaciones del tratado sobre los plásticos.
La solución más rentable, si se diseña correctamente, consiste en la incorporación de un conjunto de medidas normativas tanto preliminares como a posteriori que comprendan desde los requisitos de diseño de los productos y la prohibición selectiva hasta los sistemas de responsabilidad ampliada del productor, concluye el documento.
En la Unión Europea, pionera en la lucha contra la contaminación por plásticos, la Directiva marco sobre los residuos y la Directiva relativa a los envases llevan más de una década fijando objetivos de reciclado y requisitos de diseño circular en los productos de envasado de plástico que han sido decisivos para reducir la fuga de plásticos al medio ambiente.
Al otro lado del mundo, en Chile, el Pacto Chileno de los Plásticos de 2018 ha establecido objetivos para eliminar los plásticos problemáticos de un solo uso. Estos objetivos incluyen el reciclaje, la reutilización o el compostaje de un tercio de los envases de plástico domésticos y no domésticos, y la exigencia de que el 25% de los envases de plástico se produzcan a partir de contenido reciclado.
Esto significa que existen soluciones normativas que funcionan, pero es fundamental que los países muestren mayor ambición a la hora de invertir en infraestructuras, nuevas tecnologías y desarrollo de capacidades, sobre todo en Filipinas, la India y Malasia, que registran el mayor grado de contaminación fluvial por plásticos.
Campañas de limpieza
El documento también critica, por su descoordinación y excesivo costo, la importancia otorgada por los gobiernos, la industria y la sociedad civil a las campañas de limpieza a posteriori, que no tienen en cuenta las causas de la fuga de plásticos y cuyo efecto sobre la cantidad total de residuos plásticos que contaminan el medio ambiente es insignificante.
«Es difícil recuperar los costos de las campañas marinas y costeras de limpieza de residuos. Por ejemplo, el costo que supone retirar una tonelada de plástico de las playas del atolón de Aldabra es de 8.900 dólares, y dado que se estima que en las playas del atolón hay 513 toneladas de plástico, este enfoque superaría los 4,5 millones de dólares y resultaría claramente inasumible», señala el Dr. Patrick Schröder, investigador sénior de Chatham House.
«Aunque las campañas comunitarias de limpieza de playas son un buen medio para sensibilizar a la opinión pública sobre la contaminación marina, los fondos disponibles se emplearían mejor en la gestión de residuos, dado que 2.000 millones de personas carecen actualmente de servicios de recogida de basuras», añade.
Datos sobre los plásticos
Para elaborar políticas eficaces y basadas en pruebas que pongan remedio a la contaminación por plásticos, se necesitan datos fiables y desglosados sobre los flujos comerciales transfronterizos a lo largo del ciclo de vida de los plásticos.
«En muchos países de ingreso bajo y mediano faltan incluso datos básicos sobre los sistemas nacionales de gestión de residuos, como los índices de recogida, las importaciones y exportaciones de plásticos, el acceso a instalaciones de reciclaje adecuadas y datos sobre los residuos no reciclados por tipo, lo que incluye su eliminación, incineración y vertido», explica el Dr. Jack Barrie, investigador del Programa de Medio Ambiente y Sociedad de Chatham House.
«También son escasos los datos económicos sobre los precios de los materiales recogidos de manera informal, los salarios y los ingresos de los trabajadores, todos ellos importantes para la inclusión y la formalización», añade.
Como nota positiva, el documento señala que existen muchas aplicaciones digitales nuevas para la trazabilidad de los plásticos desde el diseño hasta el final de su vida útil. Por ejemplo, la teledetección y las imágenes por satélite pueden utilizarse para identificar zonas de contaminación por plásticos, así como para hacer un seguimiento del movimiento de los residuos plásticos en ríos y océanos.
También es posible usar aplicaciones móviles, como Debris Tracker, para recabar datos sobre los residuos plásticos de forma colaborativa, y se está empleando la tecnología de cadena de bloques para observar el movimiento de los residuos plásticos a lo largo de la cadena de suministro.
Posibles limitaciones del tratado sobre los plásticos
El documento sostiene que, aunque el tratado sobre los plásticos —cuyo objetivo es abordar la contaminación por plásticos a lo largo de todo su ciclo de vida— será un mecanismo importante para mejorar la gobernanza mundial en materia de plásticos, un resultado «al estilo del Acuerdo de París» sería insuficiente, a la vista de las negociaciones sobre el clima que se han llevado a cabo hasta el momento.
«Es posible que el tratado no sea capaz de solucionar todos los problemas de la contaminación por plásticos, en cuyo caso el esfuerzo seguirá recayendo en su mayor parte en los gobiernos nacionales. Lo que limita su posibilidad de impacto es la ausencia de datos fiables y el desajuste entre los incentivos económicos, las infraestructuras y los modelos de fijación de precios. Los instrumentos basados en el mercado pueden ayudar a corregir esta situación, pero para ello se debe adoptar un enfoque integral», afirma Niamh Brannigan, Directora de Comunicaciones de la Asociación Mundial para el Agua.
El tratado también debe influir a la hora de igualar las condiciones de juego para obtener unas soluciones más circulares y poner fin a los incentivos económicos existentes que impulsan la producción de plásticos. El sistema actual no está preparado para una economía circular del plástico, y existe un desajuste entre los incentivos, las infraestructuras y los modelos de fijación de precios.
El documento formula las siguientes recomendaciones:
- Reducir la demanda de productos de plástico innecesarios o nocivos mediante gravámenes, prohibiciones o supresión de subvenciones.
- Fomentar el diseño para la circularidad mediante enfoques como niveles obligatorios de contenido reciclado, sistemas modulados de responsabilidad ampliada del productor y normas de diseño ecológico.
- Aumentar las tasas de reciclaje, por ejemplo, mediante la introducción de sistemas de devolución de depósitos, impuestos sobre los vertederos y modelos de recogida por separación en origen y pago por desechar.
- Cerrar las vías de fuga en las zonas críticas identificadas por medio de la mejora de los sistemas de recogida, incluido el apoyo al sector informal.
La contaminación marina por plásticos es una crisis mundial que reclama medidas urgentes por parte de los responsables de tomar decisiones en los sectores público y privado. Es esencial adoptar un enfoque basado en el ciclo de vida para la producción y el consumo de plástico, aplicar soluciones rentables y crear una agenda de políticas ambiciosa centrada en los países con puntos para la fuga y alto potencial para la reducción.