Los restaurantes son ruidosos porque los arquitectos ya no los diseñan para que sean silenciosos. Gran parte de este cambio en el diseño se debe a un cambio en la idea de qué es lo que hace que un espacio se vea fino o lujoso. También, a las nuevas tendencias en servicio de comidas.
Según la publicación Architectural Digest, el minimalismo ha llegado para quedarse. Eso significa escasa decoración, cielorrasos altos y pelados; casi ausencia total de telas. Como cortinas, tapizados, alfombras. Esas características de diseño son una fiesta para los ojos pero una pesadilla para los oídos. La ausencia de elementos blandos y los techos altos significa que no hay nada que absorba la energía que produce el sonido. Significa un ambiente lleno de superficies duras que actúan como grandes espejos sónicos que reflejan el sonido por todo el ambiente.
El resultado es un espacio ruidoso que vuelve ininteligible la conversación. Eso es malo para la salud y peor aún para el personal que trabaja allí. También degrada la calidad de la experiencia social que significa salir a comer con amigos.
Las superficies duras son más fáciles de limpiar. Una decoración simple y despojada, que evita las telas, los cubiertos y simplifica la losa, significa menos elementos para lavar y reemplazar. Reducir el servicio de la mesa significa menos empleados.
Según algunos analistas, los restaurantes con mucho ruido fomentan una conducta en los comensales que resulta más rentable para la compañía. El ruido aumenta el consumo de alcohol y acelera la terminación de la comida. Más gente tomando más alcohol produce más ganancias. Sabedores de esto, muchos restauranteurs deliberadamente elevan el ruido en sus locales con el objeto de maximizar ganancias.