El proyecto, que según ABR le costó al gobierno brasileño 300 millones de reales (unos 129,3 millones de dólares), forma parte del programa Chino-Brasileño de Satélites de Recursos Terrestres (Cbers, por sus siglas en inglés).
El lanzamiento del nuevo satélite se realizará con tres años de retraso, puesto que tras la desactivación de su antecesor, el Cbers-2B, en 2010, se produjeron problemas operativos que dificultaron su conclusión.
Anteriormente, ambos países lanzaron los satélites Cbers-1 y Cbers-2 en 1999 y 2003.