Las expectativas de los trabajadores en torno a los aumentos salariales del próximo año se han disparado, según revela el informe Personas y trabajo 2023: Panorama de la fuerza de trabajo global. Más de ocho de cada 10 trabajadores (83%) prevén obtener un aumento salarial en los próximos 12 meses, ya sea de su actual empleador o cambiando de puesto de trabajo, según la encuesta realizada a más de 32.000 trabajadores en 17 países.
Por término medio, esperan un aumento del 8,3%. Sin embargo, algo más de un tercio de los trabajadores (34%) espera obtener aumentos salariales del 10% o más y uno de cada 10 (10%) espera más del 15%. El informe explora las actitudes de los empleados hacia el mundo laboral actual y lo que esperan del lugar de trabajo del futuro.
Por sectores, los trabajadores de los servicios profesionales y de los sectores de TI/Telecomunicaciones son los que más aumentos salariales prevén para el próximo año (una media del 8,7%), mientras que el personal de Ocio y Hostelería es el que menos (una media del 7,6%).
En Argentina, 88% de los trabajadores espera un aumento salarial y en promedio anticipa un aumento del 130% para este año.
Los resultados se producen en medio de la actual crisis del coste de vida y en un momento en que los trabajadores de muchos países se muestran dispuestos a emprender acciones sindicales para obligar a sus empresas a ser más generosas en cuanto a salarios y condiciones. Más de cuatro de cada diez trabajadores (44%) creen que están mal pagados por su trabajo.
Las reivindicaciones salariales se producen después de que seis de cada diez trabajadores (62%) recibieron un aumento salarial el año pasado. El aumento medio fue del 6,4%. Dado que la previsión de inflación mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2022 es del 8,8%, esto equivale a un recorte salarial en términos reales.
En Argentina, el 85% de los trabajadores recibió un aumento salarial el año pasado y los aumentos promediaron el 11,64%.
A medida que el coste de la vida se ha disparado, los trabajadores de rentas medias y bajas se han encontrado con que, sus ingresos disponibles se han visto gravemente afectados, e incluso algunos de los que más ganan están pasando dificultades. El gasto en artículos de primera necesidad, por no hablar de los lujos, se está reduciendo drásticamente al tener que hacer frente al aumento de las facturas energéticas, el incremento de los alquileres, el aumento de los tipos de interés y la escalada de las facturas alimentarias. Aunque la inflación haya tocado techo, parece que tardará algún tiempo en volver a niveles más cómodos.
Respecto a los empresarios, estos tienen la difícil tarea de sopesar el clamor por unos salarios más altos frente a sus propios retos en torno al aumento de los costes y el estrechamiento de los márgenes de beneficio. Los trabajadores confían de cierta manera en obtener un aumento salarial en su empresa actual, pero si no es así, tienen la sensación de que podrían conseguirlo cambiando de empleo.
Como ha quedado demostrado en la reciente oleada de huelgas en varios países y en múltiples sectores, muchos trabajadores consideran que ya es suficiente, y están dispuestos a tomar medidas cada vez más drásticas, organizando demandas para asegurarse de que sus reivindicaciones queden claras y forzar un acuerdo adecuado.
Así mismo, los empleadores que no están en condiciones de ofrecer aumentos salariales equilibrados a las demandas actuales, pueden tener que pensar creativamente en cómo apaciguar al personal de otras maneras, por ejemplo, ofreciendo una mayor flexibilidad u otros beneficios.