viernes, 22 de noviembre de 2024

Los antibióticos ya no sirven

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Más de 80 compañías farmacéuticas de todo el mundo se unen para reclamar nuevos modelos económicos para agilizar el desarrollo de nuevos antibióticos capaces de combatir a los “superbugs”. Los viejos ya no surten efecto.

Los cinco grandes laboratorios por capitalización de mercado —  Johnson & Johnson, Roche,  Novartis, Pfizer y Merck –encabezan una lista de más de 80 empresas farmacéuticas y de diagnóstico que firmaron el pedido de acción colectiva. Es imperiosa, dicen, la necesidad de desarrollar nuevos antibióticos con la suficiente resistencia para hacer frente a los superbugs. Los existentes, en parte debido al uso abusivo, han perdido la capacidad para combatir los nuevos virus.

 

En su declaración las empresas declaran que están dispuestas a hacer su parte invirtiendo más e impidiendo el abuso, pero piden a los gobiernos que las ayuden con nuevos modelos comerciales que aumenten los incentivos para la investigación y el desarrollo y desaliente la utilización abusiva de las drogas resultantes.

 

Entre los firmantes de la declaración figuran AstraZeneca, GlaxoSmithKline, Johnson & Johnson, Merk y Pfizer y también empresas más pequeñas de biotecnología  y algunos fabricantes de genéricos en la India.

 

El número de antibióticos nuevos que se aprueban ha caído notablemente en los últimos 20 años debido a dificultades científicas y financieras. Muchos de los grandes laboratorios, inclusive los que hoy firman la declaración,  redujeron p abandonaron la investigación en antibióticos  por razones comerciales.

 

Por lo general, los antibióticos se usan durante una semana o dos para curar una infección y casi siempre se venden a precios bajos. En cambio, es mucho más lucrativo desarrollar drogas para combatir el cáncer o enfermedades crónicas que se pueden usar durante meses o incluso de por vida y que casi siempre tienen precios muy altos.

 

La declaración  brinda su apoyo a un plan global diseñado por la Organización Mundial de la Salud para reducir el uso indebido en humanos y animales  y destaca la necesidad de contar con una tecnología más precisa de diagnóstico para identificar cuándo realmente se necesita antibiótico.  El uso excesivo acelera la difusión de superbugs al dar a las bacterias más oportunidades para hacerse más resistentes.

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