Quedaron atrás los días en donde las empresas industriales, como los fabricantes de automóviles, lideraban las listas de las empresas más grandes. Hoy en día, debido a las implementaciones de tecnologías digitales, estas mismas listas son lideradas por empresas que están vinculadas con el tema del mercado digital (Amazon, Apple, Microsoft), pues fueron ellos quienes aceptaron el reto de transformar sus modelos de negocios y quienes dejaron de ver eso no como una tendencia sino como una realidad.
La apuesta por la transformación digital es fundamental, un poco para el éxito de las empresas, pero más aún para su futuro en una industria cambiante. Las empresas no pueden seguir siendo indiferentes a los cambios generados, auspiciados por las innovaciones tecnológicas. En este punto hablamos de un cambio de mentalidad, de nada sirve que las cabezas de las grandes empresas desaprovechen la oportunidad que cierne este negocio, sobre todo en América latina.
En vista de esta transformación digital, la economía mundial ha tenido un gran impacto. Basta con ver los resultados de diferentes informes, como el de Oxford Economics en donde se plantea que en el 2016 la economía digital acumuló US$ 11.5 billones (millones de millones) del PIB mundial. O, el de Dell Technologies, que afirma que el 18% de las empresas que fueron parte de esta transformación digital, tuvieron un impacto positivo, en vez de sufrir consecuencias por los cambios.
La transformación digital es sinónimo de innovación, adaptación, crecimiento y aumento de la competitividad. Trae beneficios necesarios para sobrevivir en esta era, como la optimización de procesos, el aumento de la satisfacción del cliente, la lectura de éste para ofrecer una mejor experiencia mediante la interconectividad.
Es en este momento donde las diferentes empresas latinoamericanas tienen que invertir en la modernización de sus tecnologías, como lo indica Michael Dell director ejecutivo y presidente de Dell Technologies: “el momento de actuar es ahora”. Y es ahí donde América latina puede entrar, para no quedarse atrás, para ser parte de la economía digital cambiante y favorecer sobretodo sus negocios.
Sin embargo, ese cambio de chip no solo puede venir solo del CEO de la empresa. Gobiernos y empresas latinoamericanas deben generar uniones para lograr visibilizar el infinito potencial que ofrece la era digital, mejorando conectividades, capacitando al personal para que se instruya y familiarice con los términos propios de esta transformación y genere nuevas soluciones tanto en las industrias tradicionales como en las que no.
