A pesar de que la tecnología ha propiciado la aparición de profesiones como youtuber o influencer, muy relacionadas con la industria de la moda, el diseño de ropa hasta ahora ha evitado la invasión de los algoritmos. Las ventas personalizadas de moda mediante inteligencia artificial, hasta ahora, son una ilusión.
A la industria tecnológica le interesa la moda. Las remeras de Bruno Cuccinelli que usa Marck Zuckerberg y los sweaters de cashmere de los capitalistas de riesgo son elecciones que se hacen en base a la moda. Pero lo que la industria no ha logrado hacer es cambiar drásticamente el sector propiamente dicho. El ecommerce aumentó enormemente las ventas de moda, el sector fintech permitió los pagos fáciles online y las redes sociales aportaron la publicidad dirigida. Pero el negocio de elegir y diseñar ropa se ha escapado hasta ahora de las garras de la industria tecnológica.
La compañía que experimentó todas las dificultades de tomar decisiones a partir de datos al tan subjetivo gusto de los seres humanos es Stitch Fix. El gusto es algo abstracto y difícil de precisar en los datos concretos que necesita IA.