En efecto, hace algo más de dos años el Servicio de Impuestos Internos puso fuera de la ley varias fórmulas, es decir instrumentos contables para pagar menos impuestos o dejar de pagarlos. Las investigaciones de esa oficina y un subcomité especial de la cámara alta revelan nuevos aspectos de las actividades encaradas por la firma legal.
Sin embargo, no indican si KPMG vendió alguna vez la nueva versión del instrumento prohibido, llamado OPIS (“offshore portfolio investment strategy” = estrategia vía carteras inversoras extraterritoriales). El estudio “ha adoptado severas medidas para reorganizar prácticas tributarias, incluyendo cambios de ejecutivos, políticas, prácticas y procedimientos”, señaló George Ledwith, vocero de la compañía. “En realidad, ya no hacemos esas cosas”.
Sin embargo, correos electrónicos en manos del Senado y el SII evidencian nuevos esfuerzos para crear y vender docenas de “refugios impositivos personalizados”. En general, más amplios que los detallados en testimonios ante el Congreso, en noviembre.
Por entonces, una audiencia de dos días sacó a luz instrumentos centrados en la fórmula OPIS y tres más, FLIP, BLIP y SC2. Sólo estas cuatro recetas le significaron a KPMG honorarios por US$ 124 millones. Las nuevas revelaciones abarcan de mediados de los 90 a 2003 y una docena de fórmulas sumamente irrespetuosas del código tributario norteamericano.
El estudio afronta investigaciones de un gran jurado en Manhattan por esas acciones. También tomarán injerencia el SII y el departamento de Justicia. Paralelamente, la firma ha sido objeto de varias demandas civiles, pues el SII jamás aceptó que OPIS fuera válido para deducir impuestos y, en agosto, declaró inválidas todas sus versiones existentes y futuras, más sus efectos.
La fórmula original empleaba complejas maniobras financieras para inventar “pérdidas de papel”, luego compensadas total o parcialmente por ingresos legítimos. En este plano, el SII lleva adelante una ofensiva sobre lo que estima “refugios tributarios”, pero aun no consigue detener su veloz proliferación, fomentada por estructuras cada vez más complejas (y caras para el cliente).
La oficina gubernamental de Responsabilidad Contable calcula que el erario federal ha sido privado de US$ 33.000 millones en ingresos durante la década 1994-2003, debido a abusivas fórmulas ya detectadas por las autoridades. En el presente caso, los e-mails también detallan cómo, desde mediados de los 90, KPMG fue creando una enorme burocracia interna y tecnología para desarrollar o colocar en el mercado fórmulas pro evasión fiscal.
Los esfuerzos llegaban a laboratorios y “usinas de ideas” interconectadas para concebir e instrumentar esas formulas. Todo tendía a establecer “modelos de banca inversora”, combinando grandes bancos con pequeñas firmas especializadas. Esa estructura se orientaba a detectar refugios impositivos para gente en extremo rica. Los e-mails también dan la impresión de que KPMG no hubiera cooperado como debía con los investigadores, luego de que el SII le ordenara hacerlo.
En efecto, hace algo más de dos años el Servicio de Impuestos Internos puso fuera de la ley varias fórmulas, es decir instrumentos contables para pagar menos impuestos o dejar de pagarlos. Las investigaciones de esa oficina y un subcomité especial de la cámara alta revelan nuevos aspectos de las actividades encaradas por la firma legal.
Sin embargo, no indican si KPMG vendió alguna vez la nueva versión del instrumento prohibido, llamado OPIS (“offshore portfolio investment strategy” = estrategia vía carteras inversoras extraterritoriales). El estudio “ha adoptado severas medidas para reorganizar prácticas tributarias, incluyendo cambios de ejecutivos, políticas, prácticas y procedimientos”, señaló George Ledwith, vocero de la compañía. “En realidad, ya no hacemos esas cosas”.
Sin embargo, correos electrónicos en manos del Senado y el SII evidencian nuevos esfuerzos para crear y vender docenas de “refugios impositivos personalizados”. En general, más amplios que los detallados en testimonios ante el Congreso, en noviembre.
Por entonces, una audiencia de dos días sacó a luz instrumentos centrados en la fórmula OPIS y tres más, FLIP, BLIP y SC2. Sólo estas cuatro recetas le significaron a KPMG honorarios por US$ 124 millones. Las nuevas revelaciones abarcan de mediados de los 90 a 2003 y una docena de fórmulas sumamente irrespetuosas del código tributario norteamericano.
El estudio afronta investigaciones de un gran jurado en Manhattan por esas acciones. También tomarán injerencia el SII y el departamento de Justicia. Paralelamente, la firma ha sido objeto de varias demandas civiles, pues el SII jamás aceptó que OPIS fuera válido para deducir impuestos y, en agosto, declaró inválidas todas sus versiones existentes y futuras, más sus efectos.
La fórmula original empleaba complejas maniobras financieras para inventar “pérdidas de papel”, luego compensadas total o parcialmente por ingresos legítimos. En este plano, el SII lleva adelante una ofensiva sobre lo que estima “refugios tributarios”, pero aun no consigue detener su veloz proliferación, fomentada por estructuras cada vez más complejas (y caras para el cliente).
La oficina gubernamental de Responsabilidad Contable calcula que el erario federal ha sido privado de US$ 33.000 millones en ingresos durante la década 1994-2003, debido a abusivas fórmulas ya detectadas por las autoridades. En el presente caso, los e-mails también detallan cómo, desde mediados de los 90, KPMG fue creando una enorme burocracia interna y tecnología para desarrollar o colocar en el mercado fórmulas pro evasión fiscal.
Los esfuerzos llegaban a laboratorios y “usinas de ideas” interconectadas para concebir e instrumentar esas formulas. Todo tendía a establecer “modelos de banca inversora”, combinando grandes bancos con pequeñas firmas especializadas. Esa estructura se orientaba a detectar refugios impositivos para gente en extremo rica. Los e-mails también dan la impresión de que KPMG no hubiera cooperado como debía con los investigadores, luego de que el SII le ordenara hacerlo.