sábado, 23 de noviembre de 2024

Hugo Sigman, perfil de un empresario distinto

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Su idea del desarrollo industrial no pasa por “el modelo ensamblador” al que se resiste, y no cree que el proteccionismo sea para siempre y sin condiciones. 

Cree que el país debe elegir algunos sectores propicios para su desarrollo, además del agropecuario. Por ejemplo el software, tecnologías de vanguardia y, obviamente, las ciencias de la salud.

 

Es confundador e inspirador de Grupo Insud (Innovación, Sustentabilidad y Desarrollo, tres palabras que son una clave para entender al conjunto de empresas y a la estrategia natural de Sigman). Es responsable de un conglomerado dedicado a las ciencias de la salud (hay también empresas agropecuarias y culturales) con plantas en la Argentina y España, con presencia activa en 45 países, y con una facturación global cercana a US$ 1.500 millones. La industria farmacéutica es la actividad original y central del grupo, ya que representa 80% de la facturación.

La componen tres empresas: Chemo, la primera compañía del grupo, dedicada a la producción de materias primas para la industria farmacéutica y productos genéricos; Exeltis, que fabrica y comercializa medicamentos con marca propia; y mAbxience, dedicada a los biosimilares. Precisamente a través de Chemo, cuenta con nueve centros de investigación y desarrollo a escala global. El centro corporativo de I+D, Chemessentia, investiga y desarrolla procesos para la fabricación de principios activos farmacéuticos. Está ubicado en Novara, Italia. En cambio, el centro de I+D Ladee Pharma Research Institute (LPRI), ubicado en España, se dedica a actividades de investigación científica y desarrollo de productos terminados y nuevas formas farmacéuticas para diversas áreas terapéuticas.

Sigman impulsa ahora el crecimiento de una unidad de negocios centrada en la biotecnología. Sigman sostiene que intelectualmente se resisto al modelo ensamblador. “Me imagino un país y sus dirigentes, su clase empresarial, sus trabajadores tratando de identificar aquellos sectores de la producción en los cuales la Argentina puede tener competitividad y además puede crear valor como una consecuencia de la tecnología. Un rubro que surge naturalmente es el único donde la Argentina tiene mercado interno y externo grande: el sector agropecuario”.  “En el pasado – dice- hubo una confrontación entre el sector agropecuario y el industrial para ver cuál era el que predominaba.

Esta contradicción, en los últimos quince o veinte años ya no tiene mucho sentido porque el sector agropecuario argentino, y el mundial, se ha industrializado mucho, tanto en los recursos que usa como en la tecnología que aplica”.  “Cuando uno piensa – agrega- en dónde la Argentina puede tener un rol, ahí hay un lugar importante para invertir en tecnología tanto en lo que tenga que ver con semillas, con el uso de los satélites o con el desarrollo de maquinarias. También hay sectores industriales muy interesantes, como el del software, la biotecnología, los productos culturales”.

“Hay condiciones para que, si se decide cuáles son los sectores importantes que existen en la Argentina, se pueda salir de esa cultura ensambladora tan negativa para nuestro país”.

Para Sigman, en el campo de la ciencia de la salud, la Argentina tiene posibilidades. Se está produciendo un fenómeno interesante, que no se aplica solo al campo de la salud sino que empieza a registrarse en distintos campos de la investigación: la relación con el sector privado. Son tres aspectos – dice- que están cambiando en general la posibilidad del desarrollo científico en la Argentina: la vinculación público-privada; la interrelación entre lo público, lo privado, el estado y los fondos de inversión, que está empezando tímidamente en la Argentina; y después este espíritu emprendedor que tienen los científicos.

Para el presidente del Grupo Insud, lo que hay que hacer es definir adónde se van a poner los recursos para esos esfuerzos. La Argentina tiene que definir ocho o diez sectores estratégicos, como lo han hecho todos los países del mundo.  Uno de esos campos es la biotecnología que ha producido una revolución en el mercado farmacéutico mundial. En verdad está mal dicho –agrega Sigman- : ha producido una revolución en la asistencia médica extraordinaria. Porque se trata de medicamentos que, (algunos de ellos, no todos) han hecho una gran contribución en la salud de las personas. Hay enfermedades que antes no tenían tratamiento y hoy lo tienen gracias a estos productos biotecnológicos. Pero tienen un costo muy alto. 

“Los nuevos productos que salen al mercado pueden costar US$ 80.000 o 90.000 por persona y por año de tratamiento. Y cada año su precio va subiendo más. Entonces, respetando las patentes (porque me parece que quien investiga tiene el derecho a explotar por un tiempo el resultado de sus investigación), al llegar el momento que finalizan las patentes, el rol de los genéricos en la biotecnología va a permitir dos cosas, por lo menos en mi experiencia: primero, tener una empresa que se desarrolle muy bien y segundo contribuir a bajar el costo de estos productos”.

  “De los 10 primeros productos en venta en el mundo hoy, siete son biotecnológicos y representan 0,2% en unidades y 9% en valores. Ya el conjunto de los productos biotecnológicos es casi un cuarto del mercado farmacéutico mundial, incluido vacunas. Eso ha levantado mucho el costo y tengo la impresión de que se va a producir una gran crisis en la financiación de los medicamentos en el mundo. Por eso creo que los productos biosimilares, los genéricos de los productos biológicos van a ser muy importantes en el mercado mundial, y además van a contribuir mucho a bajar estos costos”.

 

 

 

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