Allí se trabaja con un objetivo. Cinco años después de un gravísimo terremoto y subsiguiente tsuami destrozara la planta y derritiera sus tres reactores, ese objetivo es enfocarse en un esfuerzo colosal que es a la vez precario y rutinario. La pátina de estabilidad de la planta esconde una batalla cotidiana contra el peligro de la radioactividad,
Fukushima se ha convertido en un lugar adonde los empleados llegan en un micro de la compañía, compran sus comidas en un almacén de la compañía y donde luchan diariamente para descontaminar el agua y llevarla al mar. Muchas de las tareas de limpieza más peligrosas faltan todavía por hacerse y hay muchas decisiones por tomar.
La limpieza prolija del lugar es prioridad uno del Primer Ministro Shinzo Abe, quien está decidido a reconstruir la planta nuclear japonesa. Hasta ahora, ha tenido poco éxito, pero algunas cosas importantes ha logrado. Unos 1.5’’ caños de combustible fueron retirados de un depósito totalmente arruinado a fines de 2014, en una operación muy delicada y riesgosa. Gran parte de la basura radiactiva dejada por el tsunami y las explosiones de hidrógeno han sido limpiadas y los niveles generales de radiación han bajado. Pronto los obreros van a poder entrar a algunas áreas de la planta sin todo el aparataje que les protege el cuerpo entero, casi como si fueran astronautas.