Farmoquímicas: las grandes siguen exhibiendo pobre imagen

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Los problemas de la industria ante el público siguen doliendo en términos de ventas y utilidades. La administración federal de alimentos y drogas –FDA en siglas inglesas- continúa demorando medicamentos que antes aprobaba sin tanto cabildeo.

Por supuesto, el déficit de credibilidad que viven las compañías afecta también a la autoridad reguladora. En un plano más peligroso para los laboratorios, los médicos tienden a hacer menor recetas de analgésicos complejos, antidepresivos y otros compuestos cuya seguridad haya sido puesta en tela de juicio. Por ejemplo, substitutos hormonales para tratamiento de la menopausia.

La opinión pública, en buena parte del mundo, presupone en los productos farmacéuticos peligros impensables hasta no hace mucho (algunos son imaginarios, debe señalarse). Por consiguiente, aseguradoras y gobiernos aprovechan esta reacción generalizada para inducir en médicos y pacientes una vuelta a viejas drogas genéricas. Su “leit motiv”: son más baratas o menos riesgosas y surten efectos similares.

Sin embargo, las recetas no han dejado de incrementarse, bien que a ritmo más lento y con un perfil más favorable a genéricos. Vale decir, especialidades en plaza desde hace más de diez años (tomando el caso de Estados Unidos), cuyas patentes de exclusividad han expirado. Existe otro factor, preocupante para la publicidad: los consumidores ya no son tan receptivos al marketing sistemático e insistente.

“Mucha de la demanda creada en el transcurso del tiempo lo ha sido vía promoción publicitaria. Pero, para que surta efecto, firmas y productos deben ser fiables”, señala Richard Evans, analista especializado de la consultoría Sanford C.Bernstein & Co., tan independiente como respetada. “Esa confianza estaba perdiéndose hasta hace año y medio. Ahora, parece, se recobra paulatinamente”, añade el experto.

Entretando, hay un telón de fondo inquietante: la concurrencia de nuevos competidores obliga a los gigantes tradicionales a apurar el paso. Empresas biotecnológicas estilo Genentech están a la vanguardia en tratamientos para diversas formas de cáncer, uno de los campos más promisorios y lucrativos.

Directivos de las farmoquímicas mayores se han aprestado a afrontar reacciones y severo escrutinio público, como secuelas de Vioxx y casos similares. Pero temen que la desconfianza de la gente se traduzca en expectativas poco realistas sobre seguridad y riesgos de medicamentos. A la postre, creen, eso traba el desarrollo de especialidades.

Sea como fuere, los gigantes del negocio siguen siendo enormemente redituables. Pero en algunos –incluyendo Pfizer y Merck, primera y tercera en ingresos- aflojaban hasta fines de 2006 ventas y ganancias. Esto llevó a suspensiones, despidos y, por vez primera en años, recortes de presupuestos para investigación y desarrollo (I&D).

Durante el tercer trimestre de 2006, la venta de medicamentos recetados en EE.UU. cedió 2% en Bristol-Myers Squibb, 3,5% en Johnson & Johnson, 2% en Merck y 1,5% en Pfizer. Los números no fueron peores porque el repunte del dólar contra el euro aún no llegaba a los niveles de octubre y noviembre.
Nadie espera que estos problemas se resuelvan rápida ni fácilmente. Máxime porque, en 2007, expiran importante patentes exclusivas. Entre ellas, Norvasc (medicamento de Pfizer para hipertensión vascular), Zocor (anticolesterólico de Merck) o Pravachol (igual, de B-MS) Juntas las tres especialidades representan alrededor de US$ 10.000 millones anuales sólo en la América anglosajona.

Por supuesto, el déficit de credibilidad que viven las compañías afecta también a la autoridad reguladora. En un plano más peligroso para los laboratorios, los médicos tienden a hacer menor recetas de analgésicos complejos, antidepresivos y otros compuestos cuya seguridad haya sido puesta en tela de juicio. Por ejemplo, substitutos hormonales para tratamiento de la menopausia.

La opinión pública, en buena parte del mundo, presupone en los productos farmacéuticos peligros impensables hasta no hace mucho (algunos son imaginarios, debe señalarse). Por consiguiente, aseguradoras y gobiernos aprovechan esta reacción generalizada para inducir en médicos y pacientes una vuelta a viejas drogas genéricas. Su “leit motiv”: son más baratas o menos riesgosas y surten efectos similares.

Sin embargo, las recetas no han dejado de incrementarse, bien que a ritmo más lento y con un perfil más favorable a genéricos. Vale decir, especialidades en plaza desde hace más de diez años (tomando el caso de Estados Unidos), cuyas patentes de exclusividad han expirado. Existe otro factor, preocupante para la publicidad: los consumidores ya no son tan receptivos al marketing sistemático e insistente.

“Mucha de la demanda creada en el transcurso del tiempo lo ha sido vía promoción publicitaria. Pero, para que surta efecto, firmas y productos deben ser fiables”, señala Richard Evans, analista especializado de la consultoría Sanford C.Bernstein & Co., tan independiente como respetada. “Esa confianza estaba perdiéndose hasta hace año y medio. Ahora, parece, se recobra paulatinamente”, añade el experto.

Entretando, hay un telón de fondo inquietante: la concurrencia de nuevos competidores obliga a los gigantes tradicionales a apurar el paso. Empresas biotecnológicas estilo Genentech están a la vanguardia en tratamientos para diversas formas de cáncer, uno de los campos más promisorios y lucrativos.

Directivos de las farmoquímicas mayores se han aprestado a afrontar reacciones y severo escrutinio público, como secuelas de Vioxx y casos similares. Pero temen que la desconfianza de la gente se traduzca en expectativas poco realistas sobre seguridad y riesgos de medicamentos. A la postre, creen, eso traba el desarrollo de especialidades.

Sea como fuere, los gigantes del negocio siguen siendo enormemente redituables. Pero en algunos –incluyendo Pfizer y Merck, primera y tercera en ingresos- aflojaban hasta fines de 2006 ventas y ganancias. Esto llevó a suspensiones, despidos y, por vez primera en años, recortes de presupuestos para investigación y desarrollo (I&D).

Durante el tercer trimestre de 2006, la venta de medicamentos recetados en EE.UU. cedió 2% en Bristol-Myers Squibb, 3,5% en Johnson & Johnson, 2% en Merck y 1,5% en Pfizer. Los números no fueron peores porque el repunte del dólar contra el euro aún no llegaba a los niveles de octubre y noviembre.
Nadie espera que estos problemas se resuelvan rápida ni fácilmente. Máxime porque, en 2007, expiran importante patentes exclusivas. Entre ellas, Norvasc (medicamento de Pfizer para hipertensión vascular), Zocor (anticolesterólico de Merck) o Pravachol (igual, de B-MS) Juntas las tres especialidades representan alrededor de US$ 10.000 millones anuales sólo en la América anglosajona.

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