Por ende y según sospechaban varios analistas, Merck había metido cuña entre Bayer y Schering sólo para hacer diferencia. Ahora, le vende a Bayer el 21,8% que tenía, retira la demanda presentada el martes en Nueva York y desiste de llegar a 30% para bloquear la fusión o negociar algunos activos. Hasta ese momento, había logrado hacer subir la oferta de Schering y –de paso- provocó una guerra poco usual en el ambiente empresario alemán.
En suma. Merck se comportó como un fondo de cubertura (ésos que especulan con futuros, opciones y derivados), al inflar el valor de un activo –lo compran abonando una prima alta sobre la cotización bursátil- sólo para revenderlo poco después con ganancia. Esta táctica agresiva es típica en Estados Unidos o Gran Bretaña (donde la ley es en exceso tolerante al respecto), pero no en el resto de Europa occidental.
En otro plano, esta batalla fue posible debido al proceso de fusiones y adquisiciones –no “consolidación”, término incorrecto- que atraviesa la industria farmoquímica germana. En buena parte, por ser quizá la más atomizada del mundo. Jan Baumhauer, vocero de la familia que controla 75% de Merck, decía en marzo que “Schering siempre fue un objetivo soñado para expandirnos”. Era mentira: sólo se buscaba sacar ganancias rápidamente asustando a Bayer.
Fundada en 1668, Merck sumó ventas por US$ 7.400 millones en 2005, contra 6.650 millones de Schering. Era pues creíble la idea de una F&A para aumentar participación de los mercados. A su vez, la legislación alemana, superior a la norteamericana, prohíbe hacer un segundo intento hasta un año después de fracasar el primera (ello sucedió en mayo). Pero, si la oferente junta 30% del paquete, queda obligada a efectuar una propuesta por el remanente en plaza. Merck no lo logró. Optó por hacer diferencia y retirarse.
Hasta no hace mucho, se creía que Merck iba a buscar un socio financiero para desarmar Schering y sacarla de bolsa. En ese marco, se habría quedado con la línea farmacéutica, luego de vender el negocio de insumos para diagnósticos a un tercero. Aliados potenciales no faltaban. Por ejemplo, DZ Bank (Fráncfort), que hace una semana anunció el fracaso de la oferta Bayer. Ahora, ésta lo demandará por maniobras desleales.
Por ende y según sospechaban varios analistas, Merck había metido cuña entre Bayer y Schering sólo para hacer diferencia. Ahora, le vende a Bayer el 21,8% que tenía, retira la demanda presentada el martes en Nueva York y desiste de llegar a 30% para bloquear la fusión o negociar algunos activos. Hasta ese momento, había logrado hacer subir la oferta de Schering y –de paso- provocó una guerra poco usual en el ambiente empresario alemán.
En suma. Merck se comportó como un fondo de cubertura (ésos que especulan con futuros, opciones y derivados), al inflar el valor de un activo –lo compran abonando una prima alta sobre la cotización bursátil- sólo para revenderlo poco después con ganancia. Esta táctica agresiva es típica en Estados Unidos o Gran Bretaña (donde la ley es en exceso tolerante al respecto), pero no en el resto de Europa occidental.
En otro plano, esta batalla fue posible debido al proceso de fusiones y adquisiciones –no “consolidación”, término incorrecto- que atraviesa la industria farmoquímica germana. En buena parte, por ser quizá la más atomizada del mundo. Jan Baumhauer, vocero de la familia que controla 75% de Merck, decía en marzo que “Schering siempre fue un objetivo soñado para expandirnos”. Era mentira: sólo se buscaba sacar ganancias rápidamente asustando a Bayer.
Fundada en 1668, Merck sumó ventas por US$ 7.400 millones en 2005, contra 6.650 millones de Schering. Era pues creíble la idea de una F&A para aumentar participación de los mercados. A su vez, la legislación alemana, superior a la norteamericana, prohíbe hacer un segundo intento hasta un año después de fracasar el primera (ello sucedió en mayo). Pero, si la oferente junta 30% del paquete, queda obligada a efectuar una propuesta por el remanente en plaza. Merck no lo logró. Optó por hacer diferencia y retirarse.
Hasta no hace mucho, se creía que Merck iba a buscar un socio financiero para desarmar Schering y sacarla de bolsa. En ese marco, se habría quedado con la línea farmacéutica, luego de vender el negocio de insumos para diagnósticos a un tercero. Aliados potenciales no faltaban. Por ejemplo, DZ Bank (Fráncfort), que hace una semana anunció el fracaso de la oferta Bayer. Ahora, ésta lo demandará por maniobras desleales.