Al tiempo que vemos en Inglaterra que se celebran los primeros conciertos apalancados en la creatividad para asegurar la distancia social, observamos una gran revolución en torno por ejemplo al streaming y vivos de Instagram (teatros y recitales), crecimiento explosivo del on demand y novedosas jugadas como conciertos en plataformas de videojuegos como Fornite (que mueven audiencias de unos 10 millones de personas en promedio). Pero también hay ciertas “novedades” en el mundo del entretenimiento que vuelven atrás en el tiempo puntualiza el trabajo sobre tendencias de la consultora Trendsity que dirige Mariela Mociulsky.
Uno de ellos es el boom del autocine, una experiencia que comenzó en Europa pero de la que ya disfrutamos en Argentina (ya tenemos en zona norte y en Palermo, entre varios otros) un fenómeno que además de descomprimir la necesidad de ocio de muchas personas en las ciudades está moviendo un fenómeno “retro”.
De hecho, algo muy interesante que también vimos renacer en la pandemia son una suerte de neo- juglares -tradición histórica de cantantes y artistas callejeros- que en este caso reúne gente en autos, en las puertas de las casas, o desde un balcón.
A veces, cuando se piensa en el futuro de una actividad se cree que solo la innovación tecnológica puede “renovar” un segmento. Quizás lo que nos está enseñando la pandemia es que nadie tiene la última palabra y que el foco siempre está en el comportamiento de las personas como centro.
El sorprendente cambio de hábitos de estos meses nos llevó a tecnologizar muchas áreas de nuestra vida de manera acelerada, pero también a valorar las raíces, una vuelta a un mundo del pasado que nos daba otra seguridad y contención.