Hernán Rodríguez Cancelo, socio de PwC Argentina, explica que “los temas de medio ambiente están fuertemente arraigados en la agenda de la industria. Las compañías están comprometidas en el proceso de descarbonización siendo los sectores de upstream y utilities los que más lo hacen. La agenda de transición energética muestra que, si bien el petróleo y el gas continuarán liderando la matriz energética, la introducción de energías alternativas que reduzcan las emisiones de CO2 como las renovables, crecerán hasta un share del 50% al 2050”.
2020 ha sido un año de cambios sin precedentes para el sector, principalmente por el efecto de la pandemia, generando consecuencias con un gran impacto para la industria a nivel global y local:
- Caída en el PBI mundial cercana al 3,6%.
- Declinación de la demanda energética del 4%, siendo el petróleo crudo la fuente que más se vio afectada.
- El consumo de petróleo se contrajo a 8,5 MMb/d (8,8% récord histórico).
- La demanda de gas cayó 758 CMs (1,9%)
- El precio del Brent llegó a US$20/bls (el más bajo en 18 años) y el WTI estuvo en valores negativos por primera vez en su historia.
- Aceleración de iniciativas de reducción de emisiones de CO2 y avance de energías limpias (renovables el único sector que creció en 2020, un 3%).
Consecuencias en Argentina
- La producción de crudo cayó 5,3% en 2020 y la de gas 8,6%.
- La cantidad de pozos perforados bajó interanualmente, de 928 a 391 (58%), menos de un tercio de los perforados en 2011.
- La producción no convencional de crudo y gas representó el 25% y 43% respectivamente.
De todos modos, desde PwC destacan una lista de enseñanzas que se ha obtenido del contexto de pandemia y que las compañías deberán tener en cuenta:
- Volatilidad y riesgo han venido para quedarse: aún con las recientes recuperaciones en los precios, las empresas deberán construir sus estrategias de corto y mediano plazo sobre una base de resiliencia y alta adaptabilidad al cambio.
- Hacer foco en la cadena comercial y la de abastecimiento: repensar las estrategias de hedging de largo plazo y asegurar cadenas de suministro más localizadas y “cortas” para garantizar la producción y reducción de costos.
- Acelerar nuevas formas de trabajar – automatización y digitalización-: los cambios obligados en las formas de trabajar en 2020 como nuevo paradigma laboral, junto con la aceleración en las iniciativas para la transformación digital, no ya como preferencia, sino como necesidad.
- Considerar las implicancias de cambios sociales: los cambios sociales que introdujo la pandemia han acelerado la agenda sobre polución, emisiones de CO2 y cambio climático e iniciativas ESG. Las compañías deberán trabajar fuertemente en una agenda hacia la transición energética.
De esta manera, el concepto más significativo para calificar al sector durante el año pasado fue la volatilidad, que sin dudas lleva a elaborar una mirada preliminar hacia el 2021 y que ha dado indicios de reparación en el primer semestre:
- Recuperación de la economía global como driver de crecimiento (6% estimado en 2021) a medida que avanzan los planes de vacunación.
- China, el único de los países líderes cuya economía no se contrajo en 2020, volverá a niveles de crecimiento pre-COVID.
- India, cuya economía cayó un 7,2% en 2020, será un jugador clave de la recuperación global, previéndose un fuerte crecimiento económico en 2021.
- Evolución de la demanda y acciones de la OPEC+ que comenzaron a verse en mayo con una estabilidad de los precios a pesar de la reducción de los recortes y que a partir de junio retomaron la senda alcista hasta superar los US$ 75 por barril.
- Posible merma en la producción como consecuencia de la reducción en inversiones en 2020.
- Volatilidad en precios en esta nueva normalidad.
Para Rodríguez Cancelo, “el lanzamiento del Plan Gas ha sido relevante para dar previsibilidad a nivel precio ya que Argentina necesita reducir lo máximo posible la importación de combustibles líquidos y gas. Durante los últimos 10 años, el país ha tenido que importar por más de 70 mil millones de dólares, con lo cual, si Vaca Muerta logra su más alto nivel de desarrollo, Argentina puede llegar a duplicar su producción diaria de gas y petróleo con un ritmo de inversión de 1.000 pozos por año, y pudiendo tener una balanza energética comercial neta positiva”.
En ese sentido, la participación de los recursos no convencionales tiene una gran importancia en la matriz energética de Argentina donde el crudo ha tenido una leve recuperación comenzando en abril y mayo del 2021. La relevancia de Vaca Muerta es un factor fundamental para elevar los estándares de la industria local ya que permitiría avances, como ser:
- Una clara posibilidad de duplicar la producción de gas y petróleo en 5 a 7 años (implica inversiones de US$ 15 mil millones a 25 mil millones por año).
- Efecto multiplicador en el empleo.
- Los “majors” focalizados en Vaca Muerta abrirán grandes posibilidades a nuevos jugadores más pequeños en los yacimientos maduros convencionales.
- Abre nuevas expectativas en otras formaciones no convencionales como Palermo Aike en Santa Cruz.
- Desarrollo local en toda la cadena de valor.
- Apertura a nuevos mercados globales como el GNL.