Los capitalistas de riesgo habìan respondido con celeridad a la economìa “a pedido” que prometían compañías imaginativas que buscaban cómo atender demandas no imaginadas todavía por el público.
Una de ellas, por ejemplo, fue Zirx, una compañía que había sacado una app pqpara garantizar a los conductores un lugar para estacionar que se monetizaba poniendo estaciones de servicio cerca de los estacionamientos y lavaderos de autos. Así logró reunir financiamiento por US$ 36 millones.
El clima inversionista ha cambiadoLa reción siempre confió sus inversiones sobre la base del cálculo que hacían de las posibilidades de crecimiento de las estrellas nuevas. De pronto, sin embargo, hasta los unicornios de más alto perfil – startups valuadas en más de US$ 1.000 millones, han comenzado a obsesionarse con otras matrices de ganancias.
Según lo define Dennis Woodside, CEO de Dropbox, “el péndulo se ha movido al extremo opuesto, de crecimiento a toda costa a ahorrar dinero a toda costa”.
Al observador común, el cambio no es tan evidente, El dinero sigue fluyendo hacia las start ups a gran velocidad. Las inversiones de capital de riesgo se siguen viendo. Pero detrás de la escena, el tipo de compañías que los inversores están dispuestos a respaldar está cambiando. E incluso las que están recibiendo dinero encuentran otra disposición. Los inversores quieren rentabilidad.