Entre las muchas cosas que alteró el Brexit en Gran Bretaña, ese referéndum que decidió la salida de las islas de la Unión Europea, fue la actividad de compras y ventas de empresas.
La incertidumbre que reinaba en las empresas hizo que mermaran notablemente las operaciones de fusiones y adquisiciones. Sin embargo, 2017 fue, para el sector alimentario, un año de repunte. Unilever vendió en 6.000 millones de libras esterlinas su negocio de margarinas Flora a KKR, un fondo de inversión. Fue la operación más grande desde 2009.
La segunda operación por tamaño, también en el sector alimentario la protagonizó McCormick, la marca norteamericana de condimentos y especias, que compró la marca británica Reckitt Benckiser que produce la mostaza French y las salsas RedHot.
Las grandes marcas productoras de alimentos viven bajo presión de los inversionistas y el público para que viren hacia productos novedosos y más saludables y menos masivos. Unilever (que posee té Lipton y PGTips) compró el año pasado Pukka una marca de té de hierbas orgánico.
La tendencia la continuó Diageo (whisky Johnnie Walker y vodka Smirnoff) al comprar Belsazar, un vermut que usa uvas y hierbas de la Selva Negra alemana y es fabricado por una compañía que tiene solo cinco años.
Más de un quinto de las operaciones realizadas en Gran Bretaña el año pasado fueron hechas por fondos de inversión.