Tantas veces se ha anunciado el fin de la globalización y de las cadenas de suministro que surcan el mundo que es difícil imaginar que realmente vaya a ocurrir alguna vez.
La propagación de la enfermedad Covid-19 puso en caída libre el intercambio global de productos y la Organización Mundial del Comercio prevén para este año una contracción de entre 13 y 32%.
Hubo disrupciones en la producción, especialmente en China que es un centro de manufactura de componentes, electrónicos e insumos farmacéuticos. Los cierres de fábricas que se sienten en el mundo entero y el costo de la carga aérea muy alto por la cancelación de vuelos, todo contribuye a la contracción del comercio. Peor el problema principal es la ausencia de demanda.
Suponiendo que la pandemia se controla y las cuarentenas cesan el peligro a mediano plazo para las largas y complejas cadenas de suministro se originará de dos conjuntos de decisiones. Uno provendrá de las compañías que decidan que se expusieron demasiado a los shocks. El otro es que los gobiernos traten de obligar a las empresas a diversificar la oferta internacionalmente o a repatriar la producción.
Sobre el primer tema, no está claro que acortar o diversificar las cadenas de suministro habría ayudado a las empresas a evitar un shock global como el de la Covid-19. Muchos académicos y teóricos creen que sí. Beata Javorcik, economista jefe del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo dice lo siguiente: “ El deseo de encontrar los proveedores más económicos dejó a muchas compañías sin un plan B. Las empresas se van a ver obligadas a repensar sus cadenas globales de valor.
Otros dicen que no es tan simple. Los costos de cambiar de proveedor o de comprarse a más de un proveedor para repartir el riesgo son casi siempre muy altos.
De todas maneras, cuando pase la pandemia y las compañías comiencen a tomar decisiones, seguramente no serán uniformes. En primer lugar porque las tomarán en un nuevo entorno muy politizado. Los políticos, instintivamente, están siempre a favor de repatriar la producción. A los empresarios, también por instinto, no les gusta la interferencia política en sus negocios. Anna Stellinger, de la Confederación de Empresas Suecas lo expresa de esta manera: “ La mejor forma de que los gobiernos alienten la resiliencia y la diversificación eficiente es restaurando la normalidad empresaria, eliminando prohibiciones a la exportación, facilitando el transporte aéreo de carga y asegurando que las empresas puedan enviar a otros países personal con competencias clave.”