El negocio legal de la marihuana

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Se abren dos posibilidades para la industria: o termina en monopolio o en un nuevo modelo más equitativo de competencia.

Entre abril y julio de 2019, solo 7 de las 40 firmas norteamericanas de cannabis que cotizaban en bolsa aumentaron su valuación de mercado. 24 perdieron más de la mitad de su valor y 13 perdieron casi 80% de su valuación. Todo eso ocurría antes de la aparición del coronavirus.

Esto se explica porque en los primeros días de la regulación del cannabis los pioneres con mucho dinero y poca experiencia construyeron un castillo de cartas con modelos de negocios cuestionables mientras las regulaciones iban evolucionando. Todo eso el año pasado se desplomó. Las compañías de cannabis que quedaron en pie no solo deben recuperarse sino crear negocios sustentables que puedan aguantar las demandas económicas yt sociales del 2020 en adelante. La oportunidad que tienen es importante, porque mientras el coronavisu destrozó negocios estadounidenses entre marzo y abril muchos estados decidieron que los dispensarios de cannabis son esenciales.

Curaleaf, la compañía norteamericana más grande con una capitalización de mercado de unos US$ 3.200 millones, cada día es más grande. Con centros de cultivo, dispensarios y marcas de tinturas, cigarillos electrónicos, productos comestibles, anestésicos y “flores” (como llama la industria al cannabis seco) la empresa viene comprando sostenidamente otras compañías de cannabis para convertirse en lo que su CEO Joe Lusardi llama “la primera marca nacional de cannabis con la red más amplia de distribución en el país”.

Hacia las bebidas alcohólicas

Las grandes marcas del mundo del alcohol ya están sentadas en los directorios del cannabis. Un ejemplo es Constellation Brands (que hace la cerveza Corona en Estados Unidos, el vodka Svedka y vinos Robert Mondavi) que compró 38% de participación en Canopy Growth, una compañía canadiense de cannabis en 2019 y está en negociaciones para comprar Acreage Holdings, una operadora de cannabis norteamericana.

 

Pero también existe la posibilidad de que la industria norteamericana del cannabis – y sus consumidores — quiera desalentar el tipo de dominio de que gozan los cuatro gigantes cerveceros de la nación y alienten la proliferación de negocios pequeños y medianos. Siguiendo con la comparación, en este momento cinco compañía producen más de la mitad de toda la cerveza que se bebe en el mundo y la mitad de ese volumen pertenece a ABInBev. El resultado es precios más altos y menores salarios. Sin una política pública adecuada algo parecido podría ocurrir con el cannabis.

El movimiento por la justicia racial podría acelerar la legalización de otro modelo. En 2014 Marie Montmarquet fundó junto a su hermano MD Farms, una chacra de 15.000 metros cuadrados. En muchos sentidos ella es exactamente el tipo de emprendedor que la industria del cannabis necesita para salir adelante. Ella hizo la transición de un mercado ilícito a uno legal con un a empresa familiar que cumple con las reglas, paga impuestos y, desde el año pasado, da ganancias. Además es una mujer de color, lo que la convierte en una rareza entre los dueños de compañías de cannabis. Ella dice que la discriminación ha sido muy evidente en sus negociaciones cuando trataba de asegurar un terreno para su negocio.

¿Podría un día la marihuana legal convertirse en un commodity global, como el café o el algodón y cultivarse en forma económica y países cálidos y distribuirse por todo el mundo? “Sí”, contesta Joe Lusardi, CEO de Curaleaf. “Creo que vamos a ver el cannabis usado para forraje, para productos manufacturados y cultivado en lugares con el menor costo posible”.

 

 

 

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