“Concretamente, nuestro sueño era poner un taller textil de inclusión social y contención familiar”, aclara Vinuesa.
Luego de seis años trabajando en relación de dependencia, los Vinuesa finalmente se animaron. Dieron el salto y fundaron Bathinda SRL, que hoy vende pijamas para mujer, hombre y niños.
Javier Chinche Flores, un vecino del barrio Los Piletones (CABA), soñaba por su parte con un futuro mejor para él y su familia, mediante un micro emprendimiento de bolsas de tela recicladas y ropa para niños.
Los caminos de ambos se cruzaron en el año pasado en el ámbito de “Pacto Emprendedor”, un programa del ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología de la Ciudad de Buenos Aires, en el que Germán fue designado como mentor de Javier.
Según ese Ministerio, el programa “apunta a generar un espacio de mentoreo y capacitación para potenciar la colaboración mutua y generar alianzas y nuevos negocios entre los emprendedores de alto impacto y los emprendedores que recién comienzan”.
Las empresas de ambos se vieron mutuamente beneficiadas, ya que Bathinda consiguió un nuevo proveedor de bolsas, mientras que MAJA – la empresa de Javier – ve que su cartera de clientes sigue en aumento gracias al asesoramiento de Germán.
-¿Cómo surge tu participación en Pacto Emprendedor?
-Pacto emprendedor es un programa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que vincula emprendedores que ya tienen algunos años de experiencia con emprendedores que están arrancando y que están en situación vulnerable. Cuando con mi mujer formamos Bathinda (nuestra empresa) siempre quisimos hacer hincapié en generar trabajo digno. Nuestro sueño era poner un taller textil de inclusión social y contención familiar.
Para nosotros Pacto Emprendedor fue la posibilidad de acercarnos más a nuestro sueño, la oportunidad de conocer a Javier y a María, su mujer.
-¿Cuál es el objetivo que fijaron con Javier? ¿Ya tiene nombre su empresa? Aparte de las bolsas de tela, ¿qué tipo de prendas produce?
-La industria textil es de capital intensivo. Tanto arrancar como crecer demandan mucha inversión. Antes de poder vender hay que comprar telas y producir, y para tener costos competitivos hay que producir en escala. Esto hace que para Javier sea muy difícil empezar su propia marca. Así que nos propusimos fabricar para terceros, empezar con las bolsas que es algo que Javier ya tiene desarrollado y hace bien. Conseguimos clientes y empezamos a producir, y hoy queremos ganar más clientes.
Esto además de generarle a Javier un ingreso para vivir, le genera un ahorro que va a invertir en desarrollar su marca. Javier tiene dos proyectos, uno de bolsas recicladas y el otro de prendas para niños. Los dos proyectos saldrán con la marca MAJA (Maria y Javier, María es su mujer desde hace 12 años y trabaja a la par de él. Tienen dos hijos). Además cada línea de producto tendrá su logo particular.
-¿Considerás que el vínculo con Javier va a perdurar en el tiempo?
-Ojala que sí. Creo que los dos tenemos todavía mucho camino por recorrer. Y lo bueno es que cada uno aporta en el proyecto del otro lo que sabe. Por ejemplo: Javier ha optimizado nuestro consumo de tela en las bolsas que nosotros entregamos a nuestros clientes. Y cuando a los dos les va mejor, se afianza un poco la relación. Ya nos conocemos, nuestras familias se conocen y se empieza a formar una amistad.
-¿Cuál es tu opinión del emprendedorismo en general? ¿Es una herramienta transformadora y viable para cualquier persona, o solo es algo alcanzable para algunos?
-Argentina necesita más y mejores emprendedores. Gente que se anime a desarrollar nuevos negocios, que generen más riqueza y trabajo. Para mí, el facilitar la generación de nuevos emprendimientos es la mejor manera de repartir riqueza e igualar oportunidades. Cualquiera que tenga una buena idea, que se ordene, tenga objetivos claros, se comprometa y trabaje duro, puede generar su propio emprendimiento.
-¿Cómo está hoy Bathinda y cómo viene creciendo desde que se fundó la empresa?
-Empezamos con Bathinda vendiendo en ferias de Navidad y en barrios en Zona Norte. Con el tiempo fuimos creciendo, al principio abrimos un local, después otro y después nos enfocamos en generar clientes que revendan nuestros productos en todo el país. Hoy tenemos más de 100 clientes que comercializan nuestros productos en sus locales. El equipo de Bathinda es chico, somos 6 personas que trabajamos de manera directa y tercerizamos gran parte de los servicios (diseño, vidrieras, layout de los locales, contabilidad) en los que trabajan part-time otras 8 personas. Trabajamos además con 7 talleres textiles, generando otros 30 empleos indirectos.
-¿En qué año te recibiste de la Austral? ¿Cuáles son las cosas que más valorás de tu tiempo en esta universidad?
-Me recibí de ingeniero industrial en abril del 2001, y tengo un gran recuerdo de la universidad. Aprendí y crecí mucho en ese tiempo. Formé también grandes amistades. Fue la tercera camada de ingenieros de la facultad y rescato la cercanía que existía con los profesores.