En la década de 1920 un alemán llamado Eugen Herrigel fue a vivir a Japón y comenzó a entrenar con el legendario maestro de la arquería: Awa Kenzo.
Kenzo sostenía que los principiantes deben dominar los conceptos fundamentales de la arquería antes de intentar disparar una flecha a un objetivo verdadero y llevó ese método al extremo. Durante los primeros cuatro años a Herrigel sólo le permitió disparar a un pequeño rollo de paja a dos metros de distancia.
Cuando finalmente al alumno le fue permitido disparar a un blanco situado en el extremo opuesto de la sala de práctica, los resultados fueron decepcionantes. Las flechas se desviaban de curso y Herrigel se desalentaba cada vez más. Herrigel estaba convencido de que su problema era que apuntaba mal pero Kenzo le contestaba que el problema no está en apuntar : el resultado depende de cómo nos aproximamos a nuestra meta.
Frustrado con su maestros, Herrigel le espetó: “Entonces uno podría dar en el blanco con los ojos vendados.”
Kenzo guardó silencio un minuto y luego dijo, “Venga a verme esta noche.”
Arquería, con los ojos vendados
Una vez llegada la noche, los dos hombres volvieron al patio donde estaba la práctica. Kenzo se aproximó al lugar de tiro desde donde no se venía el blanco. Si puso en posición de tiro, tensó el arco y disparó la primera flecha en total oscuridad.
Inmediatamente disparó una segunda flecha. La segunda había hecho trizas la primera, que había dado en pleno centro del blanco.
El secreto está en saber apuntar
Los grandes maestros de la arquería insisten en que “todo está en saber apuntar”: cómo ponemos los pies, cómo sostenemos el arco, cómo respiramos en el momento de soltar la flecha…. Todo determina el resultado final.
En el caso de Awa Kenzo, el maestro estaba tan consciente del proceso que llevaba a un tiro exitoso que podía repetir los movimientos internos aun sin ver el objetivo. Esta toma de conciencia total de cuerpo y mente con relación al objetivo se conoce en Japón como zanshin.
El enemigo del perfeccionamiento
Hay un famoso proverbio japonés que dice, “Después de ganar la batalla, ajusta tu escudo.”
Dicho de otro modo, la batalla no termina cuando ganas. Lsa batalla solo termina cuando pierdes tu sentido de compromiso y cuando dejas de prestar atención. Esto también es zanshin: la acción de vivir en estado de alerta aunque el objetivo ya se haya logrado.
Se puede trasladar esta filosofía a muchas áreas de la vida.
- Escribir: La batalla no termina cuando publicas un libro. Termina cuando te consideras un producto terminado . cuando pierdes la vigilancia que hace falta para seguir mejorando tu oficio.
- Fitness: La batalle no termina cuando llegas al estado que buscabas. Termina cuando pierdes la concentración y faltas al entrenamiento o cuando pierdes perspectivas y entrenas de más.
- Emprendimientos: La batalla no termina cuando haces una buena venta. Termina cuando te vuelves arrogantes y complaciente.
El enemigo del perfeccionamiento no es ni el fracaso ni el éxito. Es el aburrimiento, la tafita y la falta de concentración. Es una falta de compromiso con el proceso porque el proceso es todo.
El arte del Zanshin en la vida cotidiana
“Habría que encarar todas las actividades y situaciones con la misma sinceridad, la misma intensidad y la misma atención que uno pone cuando va a tirar al blanco” , dice Kenneth Kushner, en One Arrow, One Life
Vivimos en un mundo obsesionado con los resultados y tendemos a poner demasiado énfasis a dar en el blanco. Si, en cambio, ponemos esa intensidad y ese foco en el proceso (cómo ponemos los pies, cómo sostenemos el arco, cómo cargamos el arco y cómo respiramos cuando soltamos la flecha) entonces dar en el blanco será simplemente un efecto secundario.
La clave está en no preocuparse por dar en el blanco. La clave está en enamorarse del aburrimiento de hacer el trabajo y abrazar con entusiasmo cada paso del proceso. El objetivo es tomar ese momento de zanshin, Ese momento de total conciencia y foco y llevarlo con nosotros a cualquier parte de la vida.
No es el objetivo lo que importa. No es la línea de llegada lo que importa. Lo que importa es la forma en que encaramos el objetivo. Todo está en la forma en que apuntamos.