Las versiones circulan desde hace algunos días y no han sido desmentidas en París ni Nueva York. De confirmarse, sería la mayor compra apalancada –o sea, sin poner dinero- de la historia. Vale decir, financiada con emisión de deuda nueva por parte de la firma tomada. Esto representa otro avance de esos fondos, a expensas de empresas reales.
Las negociaciones entre KKR y Vivendi se recalentaron a fines de octubre. Al parecer, quedaron congeladas y hasta podrían haber colapsado. Pero, dado el manto de silencio, algunos de descartan que estén por reanudarse. En Nueva York, dos analistas creen lo contrario: la oferta KKR haa sido apenas un primer amague, irrepetible.
Sea como fuere, la intentona señala que estos fondos ya no vacilan en poner la mira en las mayores compañías del mundo, tornando la plaza de fusiones y adquisiciones en algo demasiado volátil. Esas entidades en verdad no arriesgan casi nada en comparación con los activos en juego.
Empapelados con alrededor de dos billones en liquidez, estos fondos privados apuntan hoy a firmas de primera categoría y están batiendo récord tras récord en transacciones realizadas o amagadas. Por otra, sus drásticos métodos para “limpiar activos” y revenderlos haciendo diferencia se basan en un management destructor que incluye despidos y reducciones de costos a ultranza.
Sólo en los últimos doce meses hasta octubre, KKR encabezaba el consorcio que adquirió por US$ 33.000 millones la compañía de servicios médicos HCA. Ese monto superaba un viejo récord de KKR: la toma en 1989 de RJR Nabisco.
Otros negocios fueron, por ejemplo, la compra por US$ 15.000 millones de Kinder Morgan (gasoductos) o la de Freescale Semiconductor por 17.600 millones. En este caso, hecha por Blackstone Group, otro fondo tipo KKR.
Nada de eso escapa al escrutinio de accionistas, inversores y autoridades reguladoras. Cada vez hay más reclamos, pues esos fondos se apoderan de firmas registradas en bolsa “a precios de descuento”. Luego, las cargan de deuda nueva y las revenden sacando ganancias escandalosas.
De ahí que el departamento de Justicia haya puesto en la mira a fondos de apalancamiento que arman consorcios, infringiendo leyes al respecto. ¿Para qué lo hacen? Simple: para bajar las primas en esas mismas compras.
Sea cual fuere la suerte de los contactos KKR-Vivendi, lo que se sabe plantea seria dudas sobre el futuro de una empresa con borrascoso pasado. Ya en mayo, los franceses rechazaron una oferta hostil de Sebastian Holdings, una inversora noruega que quería comprar el grupo para dividirlo en varias partes.
En lo tocante a KKR, no estuvo sola ante Vivendi (nunca lo está). Amén de conversar con otros fondos de su tipo, había entrado en contacto con JP Morgan Chase y Citigroup. Dadas las característica de esas entidades, siempre apelan a financiamiento de terceros (con los cuales suelen tener relaciones poco claras).
La ex Vivendi Universal ha protagonizado más casamientos y divorcios que muchas estrellas de Hollywood. En la actualidad, el conglomerado incluye negocios como Universal Music, la mayor grabadora del mundo, y 20% en NBC Universal, una división de General Electric, cuyo canal de cable es célebre por repetir series y películas hasta el cansancio.
Entre otros intereses, tiene participación mayoritaria en SRF (primera telefónica móvil francesa) y Canal Plus. Meses atrás, pagó más de US$ 2.000 millones para combinar la editora de música Bertelsmann con Universal Music.
Las versiones circulan desde hace algunos días y no han sido desmentidas en París ni Nueva York. De confirmarse, sería la mayor compra apalancada –o sea, sin poner dinero- de la historia. Vale decir, financiada con emisión de deuda nueva por parte de la firma tomada. Esto representa otro avance de esos fondos, a expensas de empresas reales.
Las negociaciones entre KKR y Vivendi se recalentaron a fines de octubre. Al parecer, quedaron congeladas y hasta podrían haber colapsado. Pero, dado el manto de silencio, algunos de descartan que estén por reanudarse. En Nueva York, dos analistas creen lo contrario: la oferta KKR haa sido apenas un primer amague, irrepetible.
Sea como fuere, la intentona señala que estos fondos ya no vacilan en poner la mira en las mayores compañías del mundo, tornando la plaza de fusiones y adquisiciones en algo demasiado volátil. Esas entidades en verdad no arriesgan casi nada en comparación con los activos en juego.
Empapelados con alrededor de dos billones en liquidez, estos fondos privados apuntan hoy a firmas de primera categoría y están batiendo récord tras récord en transacciones realizadas o amagadas. Por otra, sus drásticos métodos para “limpiar activos” y revenderlos haciendo diferencia se basan en un management destructor que incluye despidos y reducciones de costos a ultranza.
Sólo en los últimos doce meses hasta octubre, KKR encabezaba el consorcio que adquirió por US$ 33.000 millones la compañía de servicios médicos HCA. Ese monto superaba un viejo récord de KKR: la toma en 1989 de RJR Nabisco.
Otros negocios fueron, por ejemplo, la compra por US$ 15.000 millones de Kinder Morgan (gasoductos) o la de Freescale Semiconductor por 17.600 millones. En este caso, hecha por Blackstone Group, otro fondo tipo KKR.
Nada de eso escapa al escrutinio de accionistas, inversores y autoridades reguladoras. Cada vez hay más reclamos, pues esos fondos se apoderan de firmas registradas en bolsa “a precios de descuento”. Luego, las cargan de deuda nueva y las revenden sacando ganancias escandalosas.
De ahí que el departamento de Justicia haya puesto en la mira a fondos de apalancamiento que arman consorcios, infringiendo leyes al respecto. ¿Para qué lo hacen? Simple: para bajar las primas en esas mismas compras.
Sea cual fuere la suerte de los contactos KKR-Vivendi, lo que se sabe plantea seria dudas sobre el futuro de una empresa con borrascoso pasado. Ya en mayo, los franceses rechazaron una oferta hostil de Sebastian Holdings, una inversora noruega que quería comprar el grupo para dividirlo en varias partes.
En lo tocante a KKR, no estuvo sola ante Vivendi (nunca lo está). Amén de conversar con otros fondos de su tipo, había entrado en contacto con JP Morgan Chase y Citigroup. Dadas las característica de esas entidades, siempre apelan a financiamiento de terceros (con los cuales suelen tener relaciones poco claras).
La ex Vivendi Universal ha protagonizado más casamientos y divorcios que muchas estrellas de Hollywood. En la actualidad, el conglomerado incluye negocios como Universal Music, la mayor grabadora del mundo, y 20% en NBC Universal, una división de General Electric, cuyo canal de cable es célebre por repetir series y películas hasta el cansancio.
Entre otros intereses, tiene participación mayoritaria en SRF (primera telefónica móvil francesa) y Canal Plus. Meses atrás, pagó más de US$ 2.000 millones para combinar la editora de música Bertelsmann con Universal Music.