A Aerolíneas Argentinas, la noticia de lo queuien la noticia de lo que ocurrió a finales de septiembre debería haberle llegado fuerte y claro. Muchas veces desde Aviación News le hemos preguntado a funcionarios -de este y del anterior gobierno-, gremialistas, directivos y hasta presidentes de Aerolíneas, cómo veían ellos el futuro de la compañía.
Nadie nos dio una respuesta razonable y mucho menos positiva, si no se generan cambios, si todo sigue igual. Es difícil, con excepción de sindicalistas y empleados nostálgicos, imaginar un futuro para Aerolíneas cuando aún se sigue hablando puertas adentro de “soberanía”, “identidad nacional”, “colores patrios” y “línea aérea de bandera”, con el argumento de que si no estuviera ésta, los argentinos no tendrían en qué volar, sin asumir que mientras haya pasajeros que transportar siempre habrá quien esté dispuesto a llevarlos. Y sin que alguien, como no sea el mismo pasajero, deba pagar.
Es una obviedad a esta altura y todos lo saben -aunque es más cómodo mirar para otro lado y evitar competir- que desde hace tiempo la aviación es un negocio global que demanda grandes y constantes inversiones que los Estados ya no pueden asumir.
¿Qué hacemos entonces con Aerolíneas? En el mundo se ha visto en las dos últimas décadas que las líneas aéreas se juntaron primero en alianzas y luego directamente en fusiones, asociaciones, integraciones accionarias, joint ventures, etc. Latinoamérica no ha sido una excepción. Los grupos que se han formado en los últimos años se integran ahora con grupos de otras partes del mundo, que a su vez se fusionan con otros. Los que aún no lo han hecho -Aeroméxico, COPA, GOL- buscan hacerse fuertes para sentarse a negociar y vender lo más cara posible su integración. En Latinoamérica quedan aún empresas del Estado: BOA en Bolivia, Conviasa en Venezuela, Cubana de Aviación en Cuba y Aerolíneas en Argentina. ¿Puedan estas empresas intercambiar sus acciones con conglomerados privados internacionales?
Es probable que legalmente todo se pueda, pero en la práctica no parece probable. ¿Cuál sería, entonces, el futuro de Aerolíneas? Sin posibilidades de asociarse con otra transportadora de la región o de afuera, que a su vez puedan integrarse a un conglomerado mayor, Aerolíneas parecería estar condenada a convertirse en una empresa regional -ya en gran medida lo es-, deficitaria, destinada a atender solo el mercado local (argentinos en su gran mayoría y en menor medida extranjeros que visiten el país) en una industria cada vez más competitiva y universal.