Aunque resulta difícil obtener estadísticas sobre el juego clandestino, se calcula que, en la actualidad, sólo en la ciudad de Buenos Aires el circuito de apuestas ilegales mueve cerca de US$ 1.000 millones al año y evade impuestos por US$ 300 millones, mientras en la provincia de Buenos Aires se manejan cifras similares.
En la Argentina, el juego nació en la clandestinidad y hasta no hace mucho se calculaba que las apuestas legales en rubros como la quiniela representaban menos de 10% del total recaudado.
“Según los estudios que manejamos hasta 1993, sólo 7% de la quiniela que se jugaba en la provincia de Buenos Aires era legal. Hoy la relación es más pareja: ronda 50% y 50%. La baja del juego clandestino se logró básicamente gracias la informatización, que permitió ampliar el horario de las agencias”, señala Martín Cánepa, director de la empresa Boldt.
“El circuito ilegal opera mayoritariamente en la franja de tiempo que queda vacía entre el momento en que se cierra la recepción de apuestas y el sorteo, que en el caso de las localidades más alejadas de las centrales de procesamiento de datos, con el viejo sistema manual podía superar las 10 horas´´, agrega.
En la Cámara de Agencias Oficiales de Lotería Nacional aseguran que, en contra de lo que suele creerse, las apuestas clandestinas no se realizan en sótanos oscuros, sino a plena luz, muchas veces en las mismas agencias donde se venden los billetes de las loterías provinciales.
El apostador puede, incluso, no enterarse de que su jugada fue a parar al negocio en negro, ya que en algunos casos se le entrega un ticket, aunque esa máquina no está conectada con el centro de cómputos oficial, y por lo tanto carece de validez.
Las ventajas que ofrece el juego clandestino pasan por la posibilidad de apostar sin contar con el efectivo –como en los almacenes, en este negocio sobrevive la figura de la libretita– y por los premios, que suelen ser mayores, ya que el Estado no se lleva parte de la recaudación.
En las carreras de caballos, las apuestas clandestinas también son de la partida. Frente a los US$ 280 millones que los hipódromos de San Isidro, Palermo y La Plata esperan recaudar este año, no parecen desdeñables los US$ 100 millones a US$ 150 millones que irán a parar a manos de los levantadores de apuestas que hasta no hace mucho operaban dentro de las mismas agencias.
Los casinos conforman otro de los rubros donde el juego clandestino pisa fuerte. En septiembre del año pasado, la cuestión saltó a los titulares de los diarios cuando se descubrieron tres salas de juego ilegales en Puerto Madero.
Sin embargo, según estimaciones de observadores del sector, solo en la ciudad de Buenos Aires existen otros 30 casinos clandestinos, en los que, al igual que en Las Vegas, se puede jugar a la ruleta, black jack, punto & banca y dados, y se ofrecen servicios extras para los apostadores, como comida y tragos gratis y hasta valet parking.
Más información en MERCADO de septiembre de 2000.
Aunque resulta difícil obtener estadísticas sobre el juego clandestino, se calcula que, en la actualidad, sólo en la ciudad de Buenos Aires el circuito de apuestas ilegales mueve cerca de US$ 1.000 millones al año y evade impuestos por US$ 300 millones, mientras en la provincia de Buenos Aires se manejan cifras similares.
En la Argentina, el juego nació en la clandestinidad y hasta no hace mucho se calculaba que las apuestas legales en rubros como la quiniela representaban menos de 10% del total recaudado.
“Según los estudios que manejamos hasta 1993, sólo 7% de la quiniela que se jugaba en la provincia de Buenos Aires era legal. Hoy la relación es más pareja: ronda 50% y 50%. La baja del juego clandestino se logró básicamente gracias la informatización, que permitió ampliar el horario de las agencias”, señala Martín Cánepa, director de la empresa Boldt.
“El circuito ilegal opera mayoritariamente en la franja de tiempo que queda vacía entre el momento en que se cierra la recepción de apuestas y el sorteo, que en el caso de las localidades más alejadas de las centrales de procesamiento de datos, con el viejo sistema manual podía superar las 10 horas´´, agrega.
En la Cámara de Agencias Oficiales de Lotería Nacional aseguran que, en contra de lo que suele creerse, las apuestas clandestinas no se realizan en sótanos oscuros, sino a plena luz, muchas veces en las mismas agencias donde se venden los billetes de las loterías provinciales.
El apostador puede, incluso, no enterarse de que su jugada fue a parar al negocio en negro, ya que en algunos casos se le entrega un ticket, aunque esa máquina no está conectada con el centro de cómputos oficial, y por lo tanto carece de validez.
Las ventajas que ofrece el juego clandestino pasan por la posibilidad de apostar sin contar con el efectivo –como en los almacenes, en este negocio sobrevive la figura de la libretita– y por los premios, que suelen ser mayores, ya que el Estado no se lleva parte de la recaudación.
En las carreras de caballos, las apuestas clandestinas también son de la partida. Frente a los US$ 280 millones que los hipódromos de San Isidro, Palermo y La Plata esperan recaudar este año, no parecen desdeñables los US$ 100 millones a US$ 150 millones que irán a parar a manos de los levantadores de apuestas que hasta no hace mucho operaban dentro de las mismas agencias.
Los casinos conforman otro de los rubros donde el juego clandestino pisa fuerte. En septiembre del año pasado, la cuestión saltó a los titulares de los diarios cuando se descubrieron tres salas de juego ilegales en Puerto Madero.
Sin embargo, según estimaciones de observadores del sector, solo en la ciudad de Buenos Aires existen otros 30 casinos clandestinos, en los que, al igual que en Las Vegas, se puede jugar a la ruleta, black jack, punto & banca y dados, y se ofrecen servicios extras para los apostadores, como comida y tragos gratis y hasta valet parking.
Más información en MERCADO de septiembre de 2000.