Si bien cuando se habla de corrupción se relaciona directamente con entes estatales, el comportamiento irregular y la comisión de ilícitos son un flagelo que afecta en alto grado al sector privado. Según un estudio realizado por Kroll, que se especializa en investigaciones corporativas, mitigación y control de riesgos, 7 de cada 10 empresas en el mundo han sufrido al menos un fraude en el último año.
Para detectar a los ladrones corporativos hay que estar atentos. Y bien vale saber cuáles son sus caracteristicas principales. “Si bien no son todos iguales, hay ciertas características que podemos notar se repiten en cada uno de los casos trabajados y nos permiten hablar de un perfil del ladrón corporativo”, explica Matías Nahón, Country Manager de Kroll Argentina.
Algunos patrones de conducta identificados por Kroll:
- No se suelen tomar vacaciones. Prefieren no tomar un receso para no ser descubiertos cuando no están en la oficina.
- Son empleados de confianza. Generalmente se acercan a los dueños o presidentes de empresas y ganan su confianza rápidamente.
- Son los últimos que salen de la oficina al terminar la jornada. Es en esos periodos de tiempo en los que la oficina está vacía o con menor afluencia de público y empleados, en los que se cometen las arbitrariedades.
- Mantienen un bajo perfil dentro de la empresa. Con el fin de encubrir sus actividades, los defraudadores tratan de seguir con su “vida normal” al interior de las empresas, de tal manera que su conducta no despierte sospechas entre sus compañeros de trabajo ni superiores.
- Logran despistar por completo. Los defraudadores, en general tienden a tener una educación por encima de la media, son de trato agradable y representan al ciudadano común al simular una vida familiar estable.
- Van más adelante que todos. Los defraudadores día a día se están adelantando a los controles, pues suelen tener un conocimiento muy detallado de la forma en cómo opera la organización y sus sistemas de información.
- Se manejan como “dueños” del sector donde trabajan. Al tener conocimiento de todo tipo de controles y la confianza de sus superiores, se manejan dentro de su sector de forma muy natural y rápida.
- Rechazan injustificadamente ascensos o rotaciones. Generalmente no buscan ser promovidos ni cambiados de sector para no perder la relación con el proveedor con el que está haciendo su negocio paralelo.
“Si bien todas estas características son ciertas, no se puede dejar de responsabilizar a las empresas ya que generalmente para que el defraudador pueda cometer el delito debe haber un ámbito propicio“, agrega Nahón.
Hay 3 pilares que propician la comisión de un ilícito: la oportunidad, la motivación y la justificación. Para poder tener un monitoreo sobre las tres variables son necesarios los controles permanentes, y el castigo legal a quienes lo están cometiendo, en el caso de obtener pruebas meritorias. “Si las empresas identifican al ladrón corporativo y en lugar de denunciarlo solo lo despiden sin causa y con indemnización, en definitiva están generando un escenario de fraudes continuos ya que el resto de sus compañeros se sentirán impunes”, resalta Nahón.
Para Kroll, la intervención de la empresa rápida y determinante disminuye de forma concreta el número de fraudes ya que reduce la sensación de impunidad y aumenta la alerta entre los empleados. La rotación continua del personal, la investigación profunda, la supervisión con ejecutivos ajenos a la organización y los exámenes pre laborales exhaustivos pueden ser algunas de las medidas tácticas más importantes para aumentar el control dentro de la empresa.
En lo que respecta a los rangos, no hay aquí patrones comunes ya que puede ocurrir tanto en la cúpula de las empresas como en los niveles más bajos. En este caso, lo que sí se va a modificar es el daño que se le realice a la empresa, ya que a mayor rango del defraudador, mayor es el impacto en la compañía, tanto en lo económico como en lo reputacional.
Las empresas deben estar de este modo atentas no solo a no generar ambientes propicios para el fraude, sino también a identificarlos rápidamente. “Con un castigo legal podemos terminar con el problema de raíz. Lo importante es que la empresa esté dispuesta a invertir dinero y tiempo en los procesos judiciales”, concluye Nahón.