Champagne ruso y espumante francés

En la primera semana de julio el presidente ruso Vladimir Putin firmó una ley que prohibe el uso de la demoninación “champagne” a las botellas importadas.

Con esa ley, el único champagne es el que se produce en Rusia. El elaborado en Francia es “vino espumante”. La reacción de algunos productores franceses de champagne no se hizo esperar. Después de luchar durante varias décadas para asegurar que solo los vinos ubicados en la región de Champagne puedan usar esa calificación, se quedaron sin palabras ante el anuncio de Rusia.

La maniobra de Putin es la última en una larga lista de medidas proteccionistas destinadas a ayudar a los productores locales o para contentar a sus amigos con intereses comerciales.

El país diseñó un costoso programa de sustitución de importaciones cuando Occidente impuso sanciones a Moscú en respuesta a la invasión de Crimea en 2014. Con muy pocas excepciones, no logró crear grandes campeones locales y las grandes industrias siguen dependiendo de componentes occidentales y de importaciones asiáticas.

Cada vez que La Unión Europea o Estados Unidos imponen sanciones adicionales por cosas como la supuesta intromisión en campañas electorales, el Kremlin contraataca con más embargos a importaciones occidentales.

La producción rusa de champagne, que comenzó en 1936 con la firma de Joseph Stalin, no logró el mejor de los sabores. En lugar del método tradicional francés que requiere fermentación en botella durante por lo menos 15 meses, los soviéticos desarrollaron un proceso de fermentación durante 27 días en bateas de 10.000 litros.

Aquellas fábricas que entonces eran propiedad del estado, pertenecen ahora a los magnates del país, muchos de ellos amigos de Putin. No obstante, lo que esté escrito en la etiqueta de la botella no va a cambiar la calidad del contenido.

 

 

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