<p>Sang-hun vio una oportunidad a finales de los 80, cuando visitó por primera vez los países de la ex URSS. Consiguió, diez años después, que le vendiesen 200 especimenes de la variedad más cara, el Beluga, no los huevos congelados. Con ellos abrió su granja que hoy opera de manera sustentable, usando ultrasonido o palpando varias partes del pez.</p>
<p>Pero Sang-hun está trabajando para asociar la idea de buen caviar con otras partes del mundo. Hoy nadie cree que se puede obtener caviar de alta calidad que provvenga de aguas coreanas: entonces, el desafío es cambiar esa percepción en los consumidores. La marca de Sang-hun, “Almas”, ha auspiciado competencias gourmet en los últimos años y ha ganado notoriedad en ciudades de alto consumo como Nueva York y Japón. Almas es incluso el proveedor de otras marcas reconocidas como Petrossian y está planeando abrir tiendas en ciudades importantes.</p>
<p>La demanda, dice Sang-Hu, existirá mientras existan consumidores de lujo. Mientras tanto la merma en la pesca ha provocado un alza en los precios que ha hecho a los pocos jugadores aún más ricos. El año pasado Sang-hu produjo 3,8 toneladas de caviar y planea aumentarla a 6 toneladas este año convirtiéndose en el proveedor de 10% del caviar del mundo. Almas domina el mercado de Corea del Sur y su dueño espera que el consumo se duplique a 1,5 toneladas en 2012.</p>
<p>Los planes a largo plazo incluyen seguir invirtiendo fuertemente pero minimizar los riesgos: como los esturiones pueden vivir 150 años y la cantidad de peces en su granja siguen creciendo Sang-hun decidió mudar la mitad de su producción a otra granja y planea hacer lo mismo en otras ciudades del norte de Japón o de Estados Unidos. </p>
<p>En 1997 Han Sang-hun compró 200 esturiones del Mar Caspio, la región del mundo que se especializa en la producción de caviar, y creó una granja para el cultivo de estos peces. Esperaba un retorno de su inversión rápido, pero no fue así: bajo la mirada sospechosa de oficiales coreanos que temían que los esturiones destruyan el ecosistema marino, Sang-hun logró que sus 200 peces originales crezcan hasta 50.000.</p>
<p>Pero eso llevó tiempo: fueron doce años de fuertes inversiones, a un promedio US$ 1 millón por año. No fue hasta 2009 que logró recuperar algo de esta inversión millonaria. Y como los esturiones viven un promedio de 150 años, el retorno a la inversión puede ser multimillonario: el caviar se vende hoy a US$ 400 la onza, US$ 14 el gramo para poner encima de una tostada.</p>
<p>Sang-hun admite que este negocio no es para todos. La inversión es fuerte durante los primeros 15 años y los riesgos de que los cardúmenes mueran por algún problema técnico son muchos. Tal vez por eso Sang-hun monopoliza el mercado coreano del caviar: sus competidores se han dado por vencidos.</p>
<p>Cuenta, también, con un contexto beneficioso. La pesca y exportación de esturiones en el Mar Caspio se ha visto reducida como consecuencia de la pesca desregulada durante años. Los precios han subido y la pesca de algunas especies fue vetada por la Convención Internacional de Comercio de Especies en Extinción (CITES, por sus siglas en inglés). Esta reducción del mercado ruso abrió posibilidades en otras regiones del mundo, como Emiratos Árabes o Corea del Sur. Hoy el caviar no se consigue de fuentes salvajes, sino de granjas especiales.</p>
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