Caixabank presentó hoy al comité de su empresa un plan de ajuste que llevará a más de 3.000 empleados, 9% de su fuerza laboral, a perder sus puestos de trabajo. La reestructuración se da luego de la integración de Banca Cívica y Banco de Valencia. Sin embargo, los sindicatos han calificado de excesivo el plan y dicen que no aceptarán salidas forzosas.
La institución contaba hacia fines del año pasado con 32.625 trabajadores por lo que el ajuste repercutirá en la vida de 9% del staff. Aseguran, sin embargo, que la mayoría de los despidos, alrededor de 2.000, podrán realizarse a través de jubilaciones anticipadas. Los sindicatos no han recibido bien la noticia, como es de esperarse, y dicen que las negociaciones podrían alargarse hasta abril. Isidro Fainé, presidente de la entidad, ya había anunciado recortes de este tipo pero asegurado que cualquier ajuste será acordado con la parte social y a través de medidas no traumáticas. Durante el periodo de negociación, que podría durar hasta dos meses, la entidad se propone “analizar todas las fórmulas posibles y acordar las mejores medidas para ajustar su plantilla a las necesidades del negocio”.
Sin embargo, el anuncio de hoy dejó a los sindicatos helados. Dicen que la cifra es “excesiva” y que no va de la mano con las planillas del CaixaBank que el año pasado ganó €230 millones y que no se encuentra en la precaria situación de otras entidades españolas intervenidas.