En los 80, la tarjeta American Express llegó as simbolizar la prosperidad personal con aquella frase famosa “Pertenecer tiene sus privilegios”. A 30 años de eso, su lugar en la billetera de los adinerados ya no es tan privilegiado.
En un momento en el cual el veterano presidente y CEO de la compañía Kenneth Chenault se prepara para cederle el mando a su colega Stephen Squeri, American Express se encuentra peleando una cruenta guerra de “recompensas” para conquistar clientes. No se sabe con certeza si la está ganando.
Tener una tarjeta American Express sigue teniendo muchas ventajas. Los poseedores de la Platinum Card, por ejemplo, tienen derecho a créditos en aerolíneas por valor de US$ 200, a otros 200 en viajes con taxis de Uber y acceso a los lounges exclusivos en aeropuertos.
Sin embargo, aquellas personas que gastan fuerte, pueden encontrar enormes beneficios en otra parte. Los créditos de viaje que se obtienen con la Platinum, cubren solamente gastos incidentales, no pasajes. Y no todo el mundo usa Uber.
Squeri no ha explicado con detalle su plan para el futuro de American Express, pero sí ha prometido hacer un mejor uso de “la ventaja de datos” que tiene American Express.
A diferencia de los bancos y de las redes de pago de Visa y Mastercard, Mastercard opera un modelo de negocios de círculo cerrado. La compañía maneja todo el proceso, desde emitir las tarjetas hasta procesar los pagos y cobra a los comercios 2,4% por cada transacción.
El modelo tiene sus riesgos. Amex tiene una disputa legal con el gobierno de Estados Unidos. Está acusada de violar los principios antimonopólicos al prohibir a los comercios que sugieran a los clientes usar otras tarjetas con menores intereses.
Pero también significa que la compañía sabe más que sus rivales sobre patrones de gasto de los consumidores.
El nuevo jefe va a comenzar desde una posición de fuerza y se dedicará a convertir a la compañía en la más innovadora de todas aprovechando que es un modelo de negocios totalmente integrado.
