El gobierno de Theresa May está en estos momentos realizando frenéticas conversaciones para impedir que la empresa aeroespacial cancele sus inversiones por temor al Brexit. Eso significaría, entre otras cosas, la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo.
Airbus, que genera el país 1.700 millones de libras en impuestos, se apresta a abandonar sus planes de fabricar alas de aviones en fábricas británicas para trasladar la producción a China, Estados Unidos o algún otro país de Europa.
Hace tiempo que Airbus viene advirtiendo a los ministros británicos sobre esta posibilidad. En Gran Bretaña, la compañía emplea directamente a 14.000 personas e indirectamente a otras 110.000. Ya ha comenzado a acopiar componentes para el caso de que el Brexit sea “duro”.
Airbus es símbolo de la cooperación paneuropea. Fabrica sus alas en Filton y Broughton y satélites en Stevenage y Portsmouth. Trabaja con 4.000 proveedores británicos y sostiene 110.000 empleos en la cadena de suministro británica.
La urgencia del gobierno en sentarse a negociar se produce luego de que la compañía, frustrada luego de comprobar la indiferencia con que escucharon sus advertencias, decidió hacer públicos sus planes de desmantelar sus actividades en la isla.
El Brexit se produce en coincidencia con un aumento en la producción de los aviones A320 y A350, y la transición hasta diciembre 2020 es demasiado corta para que la Unión europea y Gran Bretaña acuerden todos los temas pendientes. O para que Airbus implemente los cambios necesarios.
Son 10.000 las partes de aviones que se originan en Gran Bretaña y luego son certificadas por la European Aviation Safety Agency. Si no hay un acuerdo por el Brexit todos los proveedores necesitarán nuevas aprobaciones de la UE sobre los niveles de diseño, producción y mantenimiento. Con que hubiera alguna demora solamente n un aspecto, se demoraría también la entrega de los aviones.
