En cierto, esto marca la decadencia de las compras apalancadas y sus promotores, los fondos de capital extrabursátil. Resulta un contrasentido que, hoy, se apele a malvender papeles de mala calidad para solventar este tipo de operaciones. Basado, originalmente, en emitir deuda de la firma adquirida para financiar su restructuración y revenderla al mejor postor.
Esta venta presupone rindes de hasta 11,63% anual, casi tres veces las tasas largas del mercado. Sólo la supera los US$8.500 millones reunidos por KKR para financiar la compra por US$ 31.300 millones de RJR Nabisco, en 1989. Pero esos dólares valían 40% más en euros que los actuales.
Ávidos de hacer dinero pese a la crisis financiera global, Goldman Sachs y Morgan Stanley apuestan a bonos chatarra como vehículos, en lugar de paquetes titulizados y con malas hipotecas dentro. Pero el objeto es salvar de algún modo el negocio de las compras apalancadas: sólo en julio-septiembre, más de cincuenta transacciones fueron pospuestas o replanteadas. A tal punto que varios economistas serios cuestionan un mecanismo que sólo beneficia a fondos especulativos e intermediarios financieros.
En cierto, esto marca la decadencia de las compras apalancadas y sus promotores, los fondos de capital extrabursátil. Resulta un contrasentido que, hoy, se apele a malvender papeles de mala calidad para solventar este tipo de operaciones. Basado, originalmente, en emitir deuda de la firma adquirida para financiar su restructuración y revenderla al mejor postor.
Esta venta presupone rindes de hasta 11,63% anual, casi tres veces las tasas largas del mercado. Sólo la supera los US$8.500 millones reunidos por KKR para financiar la compra por US$ 31.300 millones de RJR Nabisco, en 1989. Pero esos dólares valían 40% más en euros que los actuales.
Ávidos de hacer dinero pese a la crisis financiera global, Goldman Sachs y Morgan Stanley apuestan a bonos chatarra como vehículos, en lugar de paquetes titulizados y con malas hipotecas dentro. Pero el objeto es salvar de algún modo el negocio de las compras apalancadas: sólo en julio-septiembre, más de cincuenta transacciones fueron pospuestas o replanteadas. A tal punto que varios economistas serios cuestionan un mecanismo que sólo beneficia a fondos especulativos e intermediarios financieros.