Las estadísticas son contundentes y son prácticamente iguales en todo el mundo, aproximadamente el 75% de las Pyme que emprenden cada año no llegan a los primeros dos años de vida y del 20% restante solo un pequeño porcentaje llega al quinto año y aún un menor porcentaje llega a los 10 años. Y la gran mayoría de las que pasan del segundo año de vida, se mantienen en un estado de “supervivencia”, estancadas en un ciclo de poco o nulo crecimiento y poca rentabilidad. Pero ¿por qué sucede esto?
El mito del emprendedor
Muchas de las personas que emprenden son técnicos que dominan cierta área u oficio que cree que por saber “cómo hacer las cosas” alcanza para desarrollar un negocio.
Entonces tenemos al gerente de sistemas que se desempeñó muchos años en grandes empresas y que conoce el trabajo técnico sobre sistemas computacionales por lo que un día decide que va a poner su empresa de servicios de TI (Tecnologías de Información). De igual forma el abogado que ha trabajado muchos años en un despacho decide poner el propio porque “ya sabe” cómo hacer el trabajo. El chef pone un restaurante, etcétera. Este es el primer error, “el saber cómo hacer algo”. Un oficio o un trabajo técnico no tiene nada que ver con saber cómo desarrollar una empresa.
Una empresa necesita al menos un director general, un director de marketing, alguien en ventas, alguien que dirija las operaciones y una personas encargada de recursos humanos. Ser programador o abogado no nos da ninguna de estas competencias. A partir de que el emprendedor comienza su empresa va a tener que reclutar personal, evaluarlo y calificarlo. Tendrá que preparar la estrategia de marketing y de ventas para vender y después revisar los aspectos administrativos y financieros (el dinero que entra y sale de la empresa). El mito del emprendedor solitario arruina a muchas pequeñas empresas. Hay que saber formar equipo y delegar también.
No hay que rendirle cuentas a nadie
En las empresas grandes siempre hay un jefe a quien responder, en cambio, en una Pyme, el dueño está normalmente solo. Esto crea un constante desenfoque ya que se la pasan operando todo el día, resolviendo problemas urgentes y nunca las herramientas adecuadas para desarrollar una empresa de manera ordenada, profesionalizada y sistematizada. Hay que buscar ayuda de cualquier tipo, coaching, consejo consultivo, o lo que sea. Es importante asegurarse que no sea una metodología improvisada sino probada.
Una empresa pequeña o mediana no funciona si no está el jefe o la jefa
Como consecuencia del desenfoque, la falta de seguimiento (a quien rendirle cuentas) y de no tener las herramientas adecuadas, el dueño de una Pyme no estandariza ni profesionaliza sus empresas. No implementa procesos que permitan que la compañía no dependa de las personas y es por esto que la mayoría no se puede despegar de su negocio ya que depende demasiado de ellos o de “personas clave”. Es prácticamente imposible que una compañía crezca de manera ordenada, rentable y exitosa si no cuenta con la estandarización adecuada de procesos.
No existe un nicho de mercado
Con aras de sobrevivir, la mayoría de estas empresas pasan toda su vida vendiéndole “a quien se deje” sin un enfoque en un nicho o tipo de cliente determinado, además que se pasan “haciendo un poco de todo” sin buscar una especialización, un valor agregado, algo que los diferencie.
Sin especialización es sumamente difícil tener crecimiento y rentabilidad sostenidos. No ha habido empresa Pyme exitosa que haya crecido hasta ser una empresa grande sin un enfoque en un nicho de mercado y en una especialización.
Nadie puede ser bueno en todo, sin embargo la mayoría de estos negocios con tal de sobrevivir y generar “muchos ingresos” caen en esta trampa, en la trampa de la “diversificación”, que mas bien se convierte en un distractor constante para desarrollar una verdadera ventaja competitiva (diferenciación) para un nicho específico