Yüan: revaluarlo podría beneficiar a Latinoamérica

En vez de sacar al Banco Central Europeo de su marasmo, hoy Bruselas se suma a la presión de Washington para que China revalúe el yüan. Pero, por ahí, eso acarrea resultados casi opuestos a los pretendidos por las economías centrales.

20 enero, 2005

Según las consultoras Bridgewater Associates y 4Cast, más fuentes del ABN Amro Bank (Holanda), si las presiones prosperasen beneficiarían bastante más a Latinoamérica que a Estados Unidos o la Unión Europea. En buena parte, porque el dólar barato –objeto declarado de esos aprietes- lleva tres años y no ha frenado el imparable déficit comercial norteamericano. Más bien, al contrario: el último récord (US$ 60.300 millones, noviembre) apunta a una proyección anual superior a los 700.000 millones (6,5% del PBI) y coincidió con un euro a más de US$ 1,35.

Por supuesto, las presiones no se limitan a Beijing, pues abarcan –con menor intensidad- a Japón –el único que compra dólares para trabar su descenso-, Surcorea, Taiwán y Singapur. Dos estudios recientes, por cierto, también subrayan otro factor: el euro, por encima de US$ 1,25 (llegó hace poco a 1,3365), es demasiado caro para sus exportadores y las economías de su área (salvo pocas excepciones) crecen a escaso ritmo.

El corolario resulta inesperado: los verdaderos beneficiarios pdrían ser Latinoamérica y, en menor medida, India, Turquía o Sudáfrica. En el primer caso, la repreciación del yüan aumentaría oportunidades para que bienes y servicios compitiesen con los chinos en la UE y EE.UU. Ahora bien, si las monedas de Asia oriental rompen vínculos con el dólar (por efecto de la flotación cambiaria china), podrían dispararse los tipos de interés estadounidenses. Eso desencadenaría una espiral inflacionaria en la segunda economía del mundo.

Señales de turbulencia hay. Días atrás, Otmar Issing –analista principal del BCE y elemento del Bundesbank- sostuvo que el declive del dólar había llegado “demasiado lejos. Ahora le toca el turno al Asia” (como se ha hecho mala costumbre, eso significa Asia oriental). En términos cambiarios, el ajuste ha terminado en la Eurozona –no “Europa”, como dijo el experto- y se ha excedido en EE.UU.”

Issing, con la imprudencia típica de los técnicos occidentales, afirmó que China y algunos vecinos no “cumplían” con sus propios ajustes “por problemas internos”. Casi nada, tratándose de un país con 1.300 millones de habitantes. Más tarde, Donald Evans (hoy ex secretario de Comercio norteamericano), Timothy Geithner (Reserva Federal, Nueva York), Jean-Claude Trichet (pálido presidente del BCE) y Paul Jenkis (Banco de Canadá) se sumaban a la nueva ofensiva sobre Beijing. Sólo faltaba Méjico, últimamente tan afecto a EE.UU. como Chile.

Trichet tuvo la audacia de invocar “un claro consenso internacional para que Asia oriental reprecie paulatinamente sus momedas”. En síntesis, China debiera encabezar una gradual desvinculación de monedas regionales con el dólar. Razones técnicas hay: en el trienio 2002-4, el euro subió 47% contra el dólar. Ello contrasta con alzas de 29% en el yen, 27% en el won surcoreano y 10 a 15% en las monedas de Taiwán, Singapur y Tailandia. Las de China, Hongkong (supérstite) y Malasia, atadas al dólar, casi no se movieron.

“Si esta ola de presiones políticas originadas en la UE y EE.UU. llegase al punto de represalias comerciales, el escenario sería de pesadilla”, señalaba Gregory Jensen (Bridgewater). Lo irónico es que, si China cede, “el alza del yüan no será superior a 7,5% o, tal vez, hasta sería menos de 3%”, añade el analista. En semejante horizonte, una parte substancial del bloque latinoamericano estará en condiciones de sacarles ventas a China, Taiwán y Tailandia en los mercados centrales. Entretanto, los exportadores norteamericanos seguirían frenados por sus altos costos y un dólar ahora más caro.

Obviamente, Bruselas puede presionar a China mucho más que Washington. Ocurre que, entre 2003 y 2004, las tenencias de deuda norteamericana en poder de algunos bancos centrales de Oriente crecieron 51,2% (China), 30,4% (India), 28,5% (Surcorea), 25,4% (Japón) y 17% (Taiwán, Singapur). En esas condiciones ¿cuándo poder real de maniobra tendrá EE.UU. en una guerra comercial?…

Según las consultoras Bridgewater Associates y 4Cast, más fuentes del ABN Amro Bank (Holanda), si las presiones prosperasen beneficiarían bastante más a Latinoamérica que a Estados Unidos o la Unión Europea. En buena parte, porque el dólar barato –objeto declarado de esos aprietes- lleva tres años y no ha frenado el imparable déficit comercial norteamericano. Más bien, al contrario: el último récord (US$ 60.300 millones, noviembre) apunta a una proyección anual superior a los 700.000 millones (6,5% del PBI) y coincidió con un euro a más de US$ 1,35.

Por supuesto, las presiones no se limitan a Beijing, pues abarcan –con menor intensidad- a Japón –el único que compra dólares para trabar su descenso-, Surcorea, Taiwán y Singapur. Dos estudios recientes, por cierto, también subrayan otro factor: el euro, por encima de US$ 1,25 (llegó hace poco a 1,3365), es demasiado caro para sus exportadores y las economías de su área (salvo pocas excepciones) crecen a escaso ritmo.

El corolario resulta inesperado: los verdaderos beneficiarios pdrían ser Latinoamérica y, en menor medida, India, Turquía o Sudáfrica. En el primer caso, la repreciación del yüan aumentaría oportunidades para que bienes y servicios compitiesen con los chinos en la UE y EE.UU. Ahora bien, si las monedas de Asia oriental rompen vínculos con el dólar (por efecto de la flotación cambiaria china), podrían dispararse los tipos de interés estadounidenses. Eso desencadenaría una espiral inflacionaria en la segunda economía del mundo.

Señales de turbulencia hay. Días atrás, Otmar Issing –analista principal del BCE y elemento del Bundesbank- sostuvo que el declive del dólar había llegado “demasiado lejos. Ahora le toca el turno al Asia” (como se ha hecho mala costumbre, eso significa Asia oriental). En términos cambiarios, el ajuste ha terminado en la Eurozona –no “Europa”, como dijo el experto- y se ha excedido en EE.UU.”

Issing, con la imprudencia típica de los técnicos occidentales, afirmó que China y algunos vecinos no “cumplían” con sus propios ajustes “por problemas internos”. Casi nada, tratándose de un país con 1.300 millones de habitantes. Más tarde, Donald Evans (hoy ex secretario de Comercio norteamericano), Timothy Geithner (Reserva Federal, Nueva York), Jean-Claude Trichet (pálido presidente del BCE) y Paul Jenkis (Banco de Canadá) se sumaban a la nueva ofensiva sobre Beijing. Sólo faltaba Méjico, últimamente tan afecto a EE.UU. como Chile.

Trichet tuvo la audacia de invocar “un claro consenso internacional para que Asia oriental reprecie paulatinamente sus momedas”. En síntesis, China debiera encabezar una gradual desvinculación de monedas regionales con el dólar. Razones técnicas hay: en el trienio 2002-4, el euro subió 47% contra el dólar. Ello contrasta con alzas de 29% en el yen, 27% en el won surcoreano y 10 a 15% en las monedas de Taiwán, Singapur y Tailandia. Las de China, Hongkong (supérstite) y Malasia, atadas al dólar, casi no se movieron.

“Si esta ola de presiones políticas originadas en la UE y EE.UU. llegase al punto de represalias comerciales, el escenario sería de pesadilla”, señalaba Gregory Jensen (Bridgewater). Lo irónico es que, si China cede, “el alza del yüan no será superior a 7,5% o, tal vez, hasta sería menos de 3%”, añade el analista. En semejante horizonte, una parte substancial del bloque latinoamericano estará en condiciones de sacarles ventas a China, Taiwán y Tailandia en los mercados centrales. Entretanto, los exportadores norteamericanos seguirían frenados por sus altos costos y un dólar ahora más caro.

Obviamente, Bruselas puede presionar a China mucho más que Washington. Ocurre que, entre 2003 y 2004, las tenencias de deuda norteamericana en poder de algunos bancos centrales de Oriente crecieron 51,2% (China), 30,4% (India), 28,5% (Surcorea), 25,4% (Japón) y 17% (Taiwán, Singapur). En esas condiciones ¿cuándo poder real de maniobra tendrá EE.UU. en una guerra comercial?…

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