Wall Street: sus bancas afrontan otra ola de depreciaciones

Firmas de valores y bancas de inversión sufrirán más pérdidas, pues las crisis de 2007 no cesan. En esta fase, vacilan créditos para financiar compras apalancadas, bonos respaldados en propiedades y títulos antes tan sólidos como el efectivo.

20 febrero, 2008

Amplitud y escala de los declives implican más problemas también para los grandes bancos, que han depreciado ya más de US$ 130.000 millones, originados en malas inversiones hipotecarias. Semejante masa hará que los bancos se resistan a conceder préstamos necesario para reactivar la economía norteamericana, hoy estancada. Asimismo, obligará a los bancos a recaudar capitales, apelando a inversores árabes, chinos o singapureses.

Las pérdidas siguen acumulándose. Varias firmas de valores líderes probablemente deban depreciar créditos por US$ 200.000 millones nominales otorgados a empresas, cada uno entre US$ 10.000 y 14.000 millones, sólo en este bimestre. Esas entidades y los bancos internacionales quizás afronten US$ 20.000 millones en quebrantos adicionales, este mismo año, ligados a paquetes de bonos basados en hipotecas comerciales e instrumentos especulativos similares. Así cree Goldman Sachs, a cuyo criterio esos paquetes podrían perder hasta 26% del valor real.

Los analistas de la castigada Union des Banques Suisses van más allá. Pronostican que el conjunto de los cinco principales bancos comerciales de Occidente deberá depreciar US$ 123.000 a 203.000 millones adicionales, originados en malas hipotecas, vehículos de inversión estructurada (VIE), préstamos apalancados, etc. La proyección más alta supone que las aseguradoras de bonos se vengan abajo. En eso están algunas, aunque los analistas del negocio vean ese desenlace como remoto.

Sea como fuere, esta lluvia de números subraya hasta qué punto las turbulencias dañan a Wall Street. Nombres otrora tan intocables como Merrill Lynch, Citigroup o UBS pasan la gorra entre inversores de Levante y Asia oriental. Entretanto, los bancos no prestan pues, por ahora, buscan recobrarse o salvarse de un huracán que se desató en julio y no tiene trazas de agotarse.

Una de las áreas recién golpeadas es el mercado de créditos apalancados. En semanas recientes, el segmento capotó, empujado por temores de que los bancos afronten un exceso de operaciones en el aire. Los precios han caído a hasta 88 centavos por dólar nominal (o sea, 12%), niveles no vistos desde 2002. Semejantes declives, se suponí, no podían suceder en este segmento.

Pero se dan. Cuando los bancos dan préstamos, los retienen hasta poder revender las deudas a inversores institucionales “ingenuos” (fondos jubilatorios) o especulativos (fondos de cobertura). Últimamente, sin embargo, el mercado está saturado y muchos bancos no pueden recolocar los préstamos. A medida como el valor de las deudas se pincha, los acreedores deben pasar a pérdida la diferencia entre valor nominal y precio en los mercados secundarios, o sea de reventa. Ahí aparecen los “redentores” estilo Warren Buffett.

También se deteriora el segmento de títulos respaldados en hipotecas comerciales empaquetadas en forma de bonos. Esto deriva directamente de la crisis de hipotecas residenciales. Algunos síntomas sugieren que algunas firmas de valores están en aprietos. Por ejemplo, Lehman Brothers tiene una exposición de US$ 39.500 millones en aquel segmento y la sigue Morgan Stanley con 31.500 millones.

Amplitud y escala de los declives implican más problemas también para los grandes bancos, que han depreciado ya más de US$ 130.000 millones, originados en malas inversiones hipotecarias. Semejante masa hará que los bancos se resistan a conceder préstamos necesario para reactivar la economía norteamericana, hoy estancada. Asimismo, obligará a los bancos a recaudar capitales, apelando a inversores árabes, chinos o singapureses.

Las pérdidas siguen acumulándose. Varias firmas de valores líderes probablemente deban depreciar créditos por US$ 200.000 millones nominales otorgados a empresas, cada uno entre US$ 10.000 y 14.000 millones, sólo en este bimestre. Esas entidades y los bancos internacionales quizás afronten US$ 20.000 millones en quebrantos adicionales, este mismo año, ligados a paquetes de bonos basados en hipotecas comerciales e instrumentos especulativos similares. Así cree Goldman Sachs, a cuyo criterio esos paquetes podrían perder hasta 26% del valor real.

Los analistas de la castigada Union des Banques Suisses van más allá. Pronostican que el conjunto de los cinco principales bancos comerciales de Occidente deberá depreciar US$ 123.000 a 203.000 millones adicionales, originados en malas hipotecas, vehículos de inversión estructurada (VIE), préstamos apalancados, etc. La proyección más alta supone que las aseguradoras de bonos se vengan abajo. En eso están algunas, aunque los analistas del negocio vean ese desenlace como remoto.

Sea como fuere, esta lluvia de números subraya hasta qué punto las turbulencias dañan a Wall Street. Nombres otrora tan intocables como Merrill Lynch, Citigroup o UBS pasan la gorra entre inversores de Levante y Asia oriental. Entretanto, los bancos no prestan pues, por ahora, buscan recobrarse o salvarse de un huracán que se desató en julio y no tiene trazas de agotarse.

Una de las áreas recién golpeadas es el mercado de créditos apalancados. En semanas recientes, el segmento capotó, empujado por temores de que los bancos afronten un exceso de operaciones en el aire. Los precios han caído a hasta 88 centavos por dólar nominal (o sea, 12%), niveles no vistos desde 2002. Semejantes declives, se suponí, no podían suceder en este segmento.

Pero se dan. Cuando los bancos dan préstamos, los retienen hasta poder revender las deudas a inversores institucionales “ingenuos” (fondos jubilatorios) o especulativos (fondos de cobertura). Últimamente, sin embargo, el mercado está saturado y muchos bancos no pueden recolocar los préstamos. A medida como el valor de las deudas se pincha, los acreedores deben pasar a pérdida la diferencia entre valor nominal y precio en los mercados secundarios, o sea de reventa. Ahí aparecen los “redentores” estilo Warren Buffett.

También se deteriora el segmento de títulos respaldados en hipotecas comerciales empaquetadas en forma de bonos. Esto deriva directamente de la crisis de hipotecas residenciales. Algunos síntomas sugieren que algunas firmas de valores están en aprietos. Por ejemplo, Lehman Brothers tiene una exposición de US$ 39.500 millones en aquel segmento y la sigue Morgan Stanley con 31.500 millones.

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