Wall Street cobra demasiado caro las ofertas públicas iniciales

Tras generaciones como indiscutible capital bursátil del mundo, Nueva York descubre de pronto que tiene competencia. Durante 2005, veinticuatro de las veinticinco mayores OPI accionarias se tramitaron fuera de ahí ¿Quién tiene la culpa?

3 agosto, 2006

En pos de respuestas fáciles y convenientes al negocio, muchos apuntan a la ley Sarbanes-Oxley, pasada en 2002 como reacción a la larga cadena de fraudes contables iniciada con Enron, diciembre de 2001. Así, el ultraconservador diputado Thomas Feeney (republicano por Florida), jefe del cabildeo contra la S-O, dice todo el tiempo que “el London stock exchange se jacta de no tener ese inconveniente”. Pero, claro, ahí no hubo una serie de escándalos ni, tampoco, hay muchas IPO.

Sin fiarse de Feeney, varios expertos se metieron en sitio web del LSE y encontraron un reciente, detallado estudio de Oxera Consulking sobre el costo de obtener capitales en diversos mercados. Para su sorpresa, la mayor desventaja norteamericana no radica en Sarbanes-Oxley, sino en las altas comisiones cobradas por bancas de inversión locales: van de 6,5 a 7% sobre el valor de las acciones en OPI. En la Unión Europea van de 3 a 4% y pueden ser menores en Latinoamérica, el este y el sur de Asia.

¿Alguien cree que esos intermediarios merecen 7% del valor de una compañía sólo por ingresarla al panel? Sin duda, la cuestión es más compleja que las visiones de quienes atacan la S-O o quienes apuntan a banqueros codiciosos. Por otra parte, esa relación 24 sobre 25 no debe tomarse al pie de la letra.

Según Dealogic, el mercado que concentró el mayor volumen de OPI en dólares fue el NYSE: 71 por un total de uS$ 25.600 millones. El Nasdaq figura quinto, con 139 OPI por US$ 14.400 millones. Juntos, representan casi un cuarto de la suma mundial. Por otra parte, muchas de la veinticinco máximas OPI eran privatizaciones y, naturalmente, los gobiernos prefieren hacer el lanzamiento accionario en sus propios mercados.

Existe un aspecto cíclico, crucial en este negocio, que no opera hoy en favor de Wall Street. En efecto, sigue pesando la resaca de la burbuja puntocom (1996/2000) y su estallido. En esos días, cualquier aventurero menor de 30 con un sitio web podía meter su empresa en bolsa. Ciertos gurúes y medios –por ejemplo, Abigail Cohen de Goldman Sachs, Nicholas Negroponte o “Business week”- proclamaban la muerte de la economía antigua. En la nueva, el valor de una firma en libros no era importante. Tras semejante orgía especulativa e ideológica, no extraña que haya escepticismo sobre OPI en Nueva York.

Hay más factores preocupantes. Hablando del tema en CNBC, Henry Paulson –ex GS, ahora secretario de Hacienda- señaló que no existen respuestas sencillas. “Los mercados del exterior son mucho más dinámicos y compiten mejor que hace apenas unos años. Ésa es una de la razones”. Por supuesto, el hombre de GS citó los marcos técnico (abogados litigantes), legal (Eliot Spitzer, fiscal neoyorquino) y regulatorio (Sarbanes-Oxñey) como obstáculos para OPI en Estados Unidos,

Pero esa ley no alcanza, ni mucho menos, a explicar el parate de OPI, que –por lo demás- empezó antes de que la S-O entrase en vigencia. Paulson y sus colegas debieran fijarse en las prácticas de bancas como la que él condujo siete años. Eso les permitirá entender por qué Wall Street va perdiendo sus viejas ventajas.

En pos de respuestas fáciles y convenientes al negocio, muchos apuntan a la ley Sarbanes-Oxley, pasada en 2002 como reacción a la larga cadena de fraudes contables iniciada con Enron, diciembre de 2001. Así, el ultraconservador diputado Thomas Feeney (republicano por Florida), jefe del cabildeo contra la S-O, dice todo el tiempo que “el London stock exchange se jacta de no tener ese inconveniente”. Pero, claro, ahí no hubo una serie de escándalos ni, tampoco, hay muchas IPO.

Sin fiarse de Feeney, varios expertos se metieron en sitio web del LSE y encontraron un reciente, detallado estudio de Oxera Consulking sobre el costo de obtener capitales en diversos mercados. Para su sorpresa, la mayor desventaja norteamericana no radica en Sarbanes-Oxley, sino en las altas comisiones cobradas por bancas de inversión locales: van de 6,5 a 7% sobre el valor de las acciones en OPI. En la Unión Europea van de 3 a 4% y pueden ser menores en Latinoamérica, el este y el sur de Asia.

¿Alguien cree que esos intermediarios merecen 7% del valor de una compañía sólo por ingresarla al panel? Sin duda, la cuestión es más compleja que las visiones de quienes atacan la S-O o quienes apuntan a banqueros codiciosos. Por otra parte, esa relación 24 sobre 25 no debe tomarse al pie de la letra.

Según Dealogic, el mercado que concentró el mayor volumen de OPI en dólares fue el NYSE: 71 por un total de uS$ 25.600 millones. El Nasdaq figura quinto, con 139 OPI por US$ 14.400 millones. Juntos, representan casi un cuarto de la suma mundial. Por otra parte, muchas de la veinticinco máximas OPI eran privatizaciones y, naturalmente, los gobiernos prefieren hacer el lanzamiento accionario en sus propios mercados.

Existe un aspecto cíclico, crucial en este negocio, que no opera hoy en favor de Wall Street. En efecto, sigue pesando la resaca de la burbuja puntocom (1996/2000) y su estallido. En esos días, cualquier aventurero menor de 30 con un sitio web podía meter su empresa en bolsa. Ciertos gurúes y medios –por ejemplo, Abigail Cohen de Goldman Sachs, Nicholas Negroponte o “Business week”- proclamaban la muerte de la economía antigua. En la nueva, el valor de una firma en libros no era importante. Tras semejante orgía especulativa e ideológica, no extraña que haya escepticismo sobre OPI en Nueva York.

Hay más factores preocupantes. Hablando del tema en CNBC, Henry Paulson –ex GS, ahora secretario de Hacienda- señaló que no existen respuestas sencillas. “Los mercados del exterior son mucho más dinámicos y compiten mejor que hace apenas unos años. Ésa es una de la razones”. Por supuesto, el hombre de GS citó los marcos técnico (abogados litigantes), legal (Eliot Spitzer, fiscal neoyorquino) y regulatorio (Sarbanes-Oxñey) como obstáculos para OPI en Estados Unidos,

Pero esa ley no alcanza, ni mucho menos, a explicar el parate de OPI, que –por lo demás- empezó antes de que la S-O entrase en vigencia. Paulson y sus colegas debieran fijarse en las prácticas de bancas como la que él condujo siete años. Eso les permitirá entender por qué Wall Street va perdiendo sus viejas ventajas.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades