Wall Street: cauto optimismo con Bush

Los inversores creen que el ascenso de un republicano a la presidencia de EE.UU. será favorable para sus interese, pero aún no celebran la llegada y esperan conocer las primeras medidas del nuevo Gobierno. Por Alejandro Fernández

21 enero, 2001

(EFE).- Los hombres de negocios de Wall Street tradicionalmente se sintieron seguros cada vez que la Casa Blanca fue ocupada por un republicano, pero aún no comienzan a celebrarlo porque el nuevo Gobierno, aunque puede prolongar la bonanza económica, se enfrenta a una serie de grandes desafíos.

Entre los puntos que se destacan en Wall Street, se cuenta el hecho de que el Gobierno de George W. Bush promete ser uno de los más cercanos al mundo de los negocios, incluso el más favorable para las grandes empresas en 50 años.

Durante el mandato del demócrata Bill Clinton se produjeron verdaderas “hazañas” económicas, un alza de 225% del Dow Jones y de 300% del Nasdaq, un alza impresionante de los bonos, el dólar, la reducción de la deuda pública y del desempleo.

Pero así como las cifras dejaron a los inversores con grandes sonrisas, la actitud del Gobierno demócrata hacia algunos sectores particulares de empresas no fue recibido de forma tan favorable.

El caso más emblemático fue la batalla legal que libró la administración de Clinton en contra del gigante de los programas de ordenadores de Microsoft.

Esta batalla legal hirió con fuerza la cotización de las acciones de Microsoft a principios del año 2000, baja que estuvo en los orígenes del verdadero “terremoto” que sufrieron las acciones de las empresas tecnológicas.

Asimismo, la política demócrata con respecto a las grandes empresas petroleras y su inclinación a reducir los precios de las medicinas fueron obstáculos serios para las empresas de estos sectores.

Se espera que el mandato de Bush sea entonces más “tolerante” con los intereses de las grandes compañías, que ponga menos celo en la regulación de los mercados, fusiones y estrategias de negocios.

Esto, esperan los expertos, debería traducirse en un rendimiento más estable y mejor de sectores como el farmacéutico, energético, de nuevas tecnologías y el tabacalero.

Asimismo, se espera que las políticas propuestas por Bush en su campaña, en particular su idea de reducir los impuestos, se traduzcan en un mayor gasto, mayor actividad, mejores resultados de empresas y alzas en las acciones.

Con todo, la opinión respecto de la rebaja de impuestos está dividida en Wall Street.

Para la gran mayoría de los analistas lo más probable es que en las discusiones del proyecto en el Congreso se acuerde un cambio a la propuesta original.

Algunos creen, eso sí, que los cambios implicarán un recorte de impuestos menor al propuesto inicialmente, mientras otros creen que las actuales circunstancias económicas permitirán decretar una rebaja de impuestos mayor de la prevista.

Hoy por hoy la economía estadounidense se enfrenta a un freno muy fuerte en sus niveles de actividad, explican estos últimos, y por primera vez en diez años Estados Unidos se acerca a lo que podría ser una recesión.

Esto ya hizo que las autoridades de la Reserva Federal decretasen una rebaja de tasas y se espera que provoque otra.

Una rebaja de impuestos implica una inyección poderosa a la actividad, algo que se estima encontrará el apoyo de los demócratas del Congreso, que podría terminar en rebajas de tributos incluso mayores a los propuestos por Bush.

Pero para otros analistas la disminución de la actividad económica funciona en contra de una rebaja de impuestos, puesto que al bajar los tributos y disminuir las tasas de interés podría producirse una inversión demasiado brusca de la curva de crecimiento, es decir, pasar de una recesión a un sobrecalentamiento de la economía y una escalada inflacionaria.

El viernes, cuando Paul O´Neill, futuro Secretario del Tesoro, no defendió ni planteó con fuerza la idea de una rebaja de impuestos en su presentación ante el Senado, las especulaciones corrieron en Wall Street.

Para algunos esto no tiene mayor importancia, pero para otros marca la primera señal de que tal vez la idea de rebajar los tributos no es tan inamovible como se pensaba.

Por ello se cree que será clave estar atentos a los primeros 100 días del mandato de Bush, período en el que se establecen las bases del nuevo Gobierno y la velocidad que podrán tomar sus programas y proyectos.

Sea como fuese, nadie duda de las intenciones de Bush de recuperar rápidamente tasas altas de crecimiento y de su compromiso con el mercado.

La autora es periodista de la agencia de noticias EFE

(EFE).- Los hombres de negocios de Wall Street tradicionalmente se sintieron seguros cada vez que la Casa Blanca fue ocupada por un republicano, pero aún no comienzan a celebrarlo porque el nuevo Gobierno, aunque puede prolongar la bonanza económica, se enfrenta a una serie de grandes desafíos.

Entre los puntos que se destacan en Wall Street, se cuenta el hecho de que el Gobierno de George W. Bush promete ser uno de los más cercanos al mundo de los negocios, incluso el más favorable para las grandes empresas en 50 años.

Durante el mandato del demócrata Bill Clinton se produjeron verdaderas “hazañas” económicas, un alza de 225% del Dow Jones y de 300% del Nasdaq, un alza impresionante de los bonos, el dólar, la reducción de la deuda pública y del desempleo.

Pero así como las cifras dejaron a los inversores con grandes sonrisas, la actitud del Gobierno demócrata hacia algunos sectores particulares de empresas no fue recibido de forma tan favorable.

El caso más emblemático fue la batalla legal que libró la administración de Clinton en contra del gigante de los programas de ordenadores de Microsoft.

Esta batalla legal hirió con fuerza la cotización de las acciones de Microsoft a principios del año 2000, baja que estuvo en los orígenes del verdadero “terremoto” que sufrieron las acciones de las empresas tecnológicas.

Asimismo, la política demócrata con respecto a las grandes empresas petroleras y su inclinación a reducir los precios de las medicinas fueron obstáculos serios para las empresas de estos sectores.

Se espera que el mandato de Bush sea entonces más “tolerante” con los intereses de las grandes compañías, que ponga menos celo en la regulación de los mercados, fusiones y estrategias de negocios.

Esto, esperan los expertos, debería traducirse en un rendimiento más estable y mejor de sectores como el farmacéutico, energético, de nuevas tecnologías y el tabacalero.

Asimismo, se espera que las políticas propuestas por Bush en su campaña, en particular su idea de reducir los impuestos, se traduzcan en un mayor gasto, mayor actividad, mejores resultados de empresas y alzas en las acciones.

Con todo, la opinión respecto de la rebaja de impuestos está dividida en Wall Street.

Para la gran mayoría de los analistas lo más probable es que en las discusiones del proyecto en el Congreso se acuerde un cambio a la propuesta original.

Algunos creen, eso sí, que los cambios implicarán un recorte de impuestos menor al propuesto inicialmente, mientras otros creen que las actuales circunstancias económicas permitirán decretar una rebaja de impuestos mayor de la prevista.

Hoy por hoy la economía estadounidense se enfrenta a un freno muy fuerte en sus niveles de actividad, explican estos últimos, y por primera vez en diez años Estados Unidos se acerca a lo que podría ser una recesión.

Esto ya hizo que las autoridades de la Reserva Federal decretasen una rebaja de tasas y se espera que provoque otra.

Una rebaja de impuestos implica una inyección poderosa a la actividad, algo que se estima encontrará el apoyo de los demócratas del Congreso, que podría terminar en rebajas de tributos incluso mayores a los propuestos por Bush.

Pero para otros analistas la disminución de la actividad económica funciona en contra de una rebaja de impuestos, puesto que al bajar los tributos y disminuir las tasas de interés podría producirse una inversión demasiado brusca de la curva de crecimiento, es decir, pasar de una recesión a un sobrecalentamiento de la economía y una escalada inflacionaria.

El viernes, cuando Paul O´Neill, futuro Secretario del Tesoro, no defendió ni planteó con fuerza la idea de una rebaja de impuestos en su presentación ante el Senado, las especulaciones corrieron en Wall Street.

Para algunos esto no tiene mayor importancia, pero para otros marca la primera señal de que tal vez la idea de rebajar los tributos no es tan inamovible como se pensaba.

Por ello se cree que será clave estar atentos a los primeros 100 días del mandato de Bush, período en el que se establecen las bases del nuevo Gobierno y la velocidad que podrán tomar sus programas y proyectos.

Sea como fuese, nadie duda de las intenciones de Bush de recuperar rápidamente tasas altas de crecimiento y de su compromiso con el mercado.

La autora es periodista de la agencia de noticias EFE

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