Visiones contrapuestas sobre la RF y su política monetaria

Pese al estallido eufórico del jueves –las bolsas saltaron de 2 a 4,5%, sin razones claras-, los gurúes creen que la Reserva Federal eleva demasiado la tasa básica (hoy en 5,25%). Bernanke no les hace caso y eso desinfló la “burbujita”.

3 julio, 2006

Por décimo séptima vez desde julio de 2004, el comité monetario desoyó a los operadores de Wall Street y elevó veinticinco puntos básicos el tipo referencial. Hoy está al máximo desde marzo de 2001. ¿Por qué? En buena medidas, porque el petróleo tejano ha avanzado de 69,50 a 74 el barril durante la semana y eso es una clara señala inflacionaria.

Pero el espinel especulativo prefirió fijarse en una circunstancia menos relevante: esta vez, la Reserva Federal no aclaró si seguirán con los ajustes o no. Sólo indicó que “la amplitud y el momento de cualquier aumento futuro dependerán de las perspectivas inflacionarias y de crecimiento”. Eso lo había señalado varias veces el ente, bajo la égida de Alan Greenspan.

No daba, de ningún modo, para que los mayores paneles bursátiles y algunoss secundarios vivieran un estallido eufórico tan exagerado como en el jueves, que se diluyó velozmente el viernes. Salvo que haya sido un intento “timbero” de cerrar junio y el semestre con números optimistas. Por otro lado, no existe demasiada diferencia entre esa declaración de la RF y la del 10 de mayo, que no descartaba “ulteriores ajustes”.

Lo cierto es que, entre ese momento y la actualidad, el emisor emitió varias señales en cuanto a sus resquemores inflacionarios. Esto sigue disgustando en el mundillo bursátil neoyorquino. Por ejemplo, un sondeo de Datastream para el “Wall Street journal” llega al extremo de responsabilizar de los retoques a “errores de política monetaria”. De 55 analistas ligados al negocio, doce sostienen ese temperamento, contra ocho en diciembre de 2005.

Otros ocho admiten que hay motivos inflacionarios (cuatro, hace seis meses). Similar número –contra quince en diciembre- le echa la culpa al desinfle de la burbuja inmobiliaria, un vero dislate. También son ocho los que sindican –correctamente- al alza de hidrocarburos (igual cantidad lo hacia en diciembre). Finalmente, apenas tres, contra cinco hace un semestre, asociaba el incremento de tasas al peor problena de la gestión financiera norteamericana: los US$ 790.000 millones de déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos (al cual una oportuna gama de analistas periféricos hoy trata de restarle relevancia).

Flaco consuelo es para la especulación bursátil que sus propios gurúes “reduzcan” a 80% las probabilidades de que la tasa básica pase a 5,5% el 8 de agosto, fecha para la próxima reunión del comité monetario. El hecho de que ese matiz contribuyese a la “burbujita” del jueves debiera inquietar, no tranquilizar a los mercados.

Tampoco la economía real justifica esa euforia. Si bien la proyección anualizada del producto bruto interno era 5,5% en el primer trimestre, en el que ha terminado cedió a menos de 3% . Ése era un único factor que, a criterio de Benjamin Bernanke, podría eventualmente morigerar el ritmo de ajustes en tipos referenciales. Por el contrario, la ficción estadística favorita de Greenspan –el índice de precios minoristas sin alimentos ni combustibles-, alcanzó 2% anual, nivel superior al preferido por la RF. Volviendo al sondeo, 43 de los 56 los consultados en realidad no cree que la RF cometa errores en el futuro. Parece una expresión de deseos.

Por décimo séptima vez desde julio de 2004, el comité monetario desoyó a los operadores de Wall Street y elevó veinticinco puntos básicos el tipo referencial. Hoy está al máximo desde marzo de 2001. ¿Por qué? En buena medidas, porque el petróleo tejano ha avanzado de 69,50 a 74 el barril durante la semana y eso es una clara señala inflacionaria.

Pero el espinel especulativo prefirió fijarse en una circunstancia menos relevante: esta vez, la Reserva Federal no aclaró si seguirán con los ajustes o no. Sólo indicó que “la amplitud y el momento de cualquier aumento futuro dependerán de las perspectivas inflacionarias y de crecimiento”. Eso lo había señalado varias veces el ente, bajo la égida de Alan Greenspan.

No daba, de ningún modo, para que los mayores paneles bursátiles y algunoss secundarios vivieran un estallido eufórico tan exagerado como en el jueves, que se diluyó velozmente el viernes. Salvo que haya sido un intento “timbero” de cerrar junio y el semestre con números optimistas. Por otro lado, no existe demasiada diferencia entre esa declaración de la RF y la del 10 de mayo, que no descartaba “ulteriores ajustes”.

Lo cierto es que, entre ese momento y la actualidad, el emisor emitió varias señales en cuanto a sus resquemores inflacionarios. Esto sigue disgustando en el mundillo bursátil neoyorquino. Por ejemplo, un sondeo de Datastream para el “Wall Street journal” llega al extremo de responsabilizar de los retoques a “errores de política monetaria”. De 55 analistas ligados al negocio, doce sostienen ese temperamento, contra ocho en diciembre de 2005.

Otros ocho admiten que hay motivos inflacionarios (cuatro, hace seis meses). Similar número –contra quince en diciembre- le echa la culpa al desinfle de la burbuja inmobiliaria, un vero dislate. También son ocho los que sindican –correctamente- al alza de hidrocarburos (igual cantidad lo hacia en diciembre). Finalmente, apenas tres, contra cinco hace un semestre, asociaba el incremento de tasas al peor problena de la gestión financiera norteamericana: los US$ 790.000 millones de déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos (al cual una oportuna gama de analistas periféricos hoy trata de restarle relevancia).

Flaco consuelo es para la especulación bursátil que sus propios gurúes “reduzcan” a 80% las probabilidades de que la tasa básica pase a 5,5% el 8 de agosto, fecha para la próxima reunión del comité monetario. El hecho de que ese matiz contribuyese a la “burbujita” del jueves debiera inquietar, no tranquilizar a los mercados.

Tampoco la economía real justifica esa euforia. Si bien la proyección anualizada del producto bruto interno era 5,5% en el primer trimestre, en el que ha terminado cedió a menos de 3% . Ése era un único factor que, a criterio de Benjamin Bernanke, podría eventualmente morigerar el ritmo de ajustes en tipos referenciales. Por el contrario, la ficción estadística favorita de Greenspan –el índice de precios minoristas sin alimentos ni combustibles-, alcanzó 2% anual, nivel superior al preferido por la RF. Volviendo al sondeo, 43 de los 56 los consultados en realidad no cree que la RF cometa errores en el futuro. Parece una expresión de deseos.

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