Fría recepción de los países en desarrollo al documento para Cancún

El borrador, preparado bajo su propia responsabilidad por el presidente del Consejo General, el uruguayo Carlos Pérez del Castillo, en estrecha colaboración con el director general de la OMC, Supachai Panitchpakdi, fue distribuido el domingo entre los 146 países miembros de la organización.

Estos deben discutirlo en el último consejo general antes de la reunión ministerial en esa localidad mexicana, consejo que comenzó hoy en Ginebra y durará hasta mañana, martes, como mínimo.

Varios países en desarrollo fueron convocados por el embajador de Brasil, Luiz Felipe de Seixas Correa, para analizar la parte del texto dedicada al comercio agrícola, clave para el éxito o fracaso de la actual ronda, y la mayoría mostró su desacuerdo, según dijeron algunos de los participantes.

Algo de eso podía esperarse el propio Pérez del Castillo, a quien correspondió la ingrata tarea de buscar una imposible conciliación de posturas tan dispares como las que pueden mantener países ricos y en desarrollo en los diferentes temas de negociación y especialmente en el clave de la agricultura.

El embajador del Brasil, país que une su condición de miembro del grupo de Cairns con el de país en desarrollo, propuso a sus colegas seguir defendiendo en Cancún la propuesta agrícola presentada por un heterogéneo grupo de 18 países en desarrollo como Argentina, Chile, Costa Rica, Colombia, Perú, Ecuador, la India, China, Cuba y el propio Brasil en respuesta a otra anterior de EEUU y la UE.

Algunos de esos países se quejaron de que el borrador de declaración ministerial debería ser más ambicioso en el acceso a mercados para los productos industriales, donde los países desarrollados tienen ventaja y exigen un importante desarme arancelario, que en agricultura.
Sobre todo los representantes del grupo de Cairns, que representan las posiciones más radicales en la exigencia de eliminación de subsidios a la exportación y de drásticos recortes a todo tipo de ayudas internas, se mostraron duros con el texto.

Así, el embajador argentino, Alfredo Chiaradía, anticipó que el borrador de declaración de Cancún puede “causar una confrontación” muy fuerte en la OMC tras señalar que “no tiene el equilibrio que debería tener”.
El grupo de Cairns, en el que hay también países desarrollados como Australia y Nueva Zelanda, critican que en el texto no se hable de poner límites, como ellos quieren, a la llamada “caja verde”, que incluye las ayudas autorizadas en agricultura (medioambientales, para paliar desastres o el control de enfermedades).
Temen que europeos y estadounidenses vayan a disfrazar en el futuro las ayudas a los agricultores (ahora sometidas a recortes porque distorsionan el comercio) de subvenciones autorizadas.

Según otros, el borrador no es lo exigente que debería ser en reducción de las ayudas internas y de los subsidios a la exportación.
El borrador reconoce, por otro lado, que no hay acuerdo en una serie de temas como las preocupaciones europeas por el papel que puede desempeñar la agricultura en la conservación del medio ambiente o la preservación de la biodiversidad, en el caso de ciertos países en desarrollo.
Tampoco lo hay en lo que respecta a una eventual prórroga de la llamada “cláusula de paz”, tregua por la que hace nueve años los países en desarrollo se comprometieron a no tomar represalias contra los subsidios a la exportación y las ayudas internas de los países ricos y que expira automáticamente el próximo 31 de diciembre.

Algunos diplomáticos latinoamericanos consultados reconocieron, pese a todo, la labor de Pérez del Castillo y señalaron que había “asumido riesgos” al intentar una síntesis que busca un mínimo de terreno común, a la vez que destacaron los elementos de trato especial y diferenciado incorporados en su borrador y que faltaban en la propuesta euronorteamericana.

El borrador, preparado bajo su propia responsabilidad por el presidente del Consejo General, el uruguayo Carlos Pérez del Castillo, en estrecha colaboración con el director general de la OMC, Supachai Panitchpakdi, fue distribuido el domingo entre los 146 países miembros de la organización.

Estos deben discutirlo en el último consejo general antes de la reunión ministerial en esa localidad mexicana, consejo que comenzó hoy en Ginebra y durará hasta mañana, martes, como mínimo.

Varios países en desarrollo fueron convocados por el embajador de Brasil, Luiz Felipe de Seixas Correa, para analizar la parte del texto dedicada al comercio agrícola, clave para el éxito o fracaso de la actual ronda, y la mayoría mostró su desacuerdo, según dijeron algunos de los participantes.

Algo de eso podía esperarse el propio Pérez del Castillo, a quien correspondió la ingrata tarea de buscar una imposible conciliación de posturas tan dispares como las que pueden mantener países ricos y en desarrollo en los diferentes temas de negociación y especialmente en el clave de la agricultura.

El embajador del Brasil, país que une su condición de miembro del grupo de Cairns con el de país en desarrollo, propuso a sus colegas seguir defendiendo en Cancún la propuesta agrícola presentada por un heterogéneo grupo de 18 países en desarrollo como Argentina, Chile, Costa Rica, Colombia, Perú, Ecuador, la India, China, Cuba y el propio Brasil en respuesta a otra anterior de EEUU y la UE.

Algunos de esos países se quejaron de que el borrador de declaración ministerial debería ser más ambicioso en el acceso a mercados para los productos industriales, donde los países desarrollados tienen ventaja y exigen un importante desarme arancelario, que en agricultura.
Sobre todo los representantes del grupo de Cairns, que representan las posiciones más radicales en la exigencia de eliminación de subsidios a la exportación y de drásticos recortes a todo tipo de ayudas internas, se mostraron duros con el texto.

Así, el embajador argentino, Alfredo Chiaradía, anticipó que el borrador de declaración de Cancún puede “causar una confrontación” muy fuerte en la OMC tras señalar que “no tiene el equilibrio que debería tener”.
El grupo de Cairns, en el que hay también países desarrollados como Australia y Nueva Zelanda, critican que en el texto no se hable de poner límites, como ellos quieren, a la llamada “caja verde”, que incluye las ayudas autorizadas en agricultura (medioambientales, para paliar desastres o el control de enfermedades).
Temen que europeos y estadounidenses vayan a disfrazar en el futuro las ayudas a los agricultores (ahora sometidas a recortes porque distorsionan el comercio) de subvenciones autorizadas.

Según otros, el borrador no es lo exigente que debería ser en reducción de las ayudas internas y de los subsidios a la exportación.
El borrador reconoce, por otro lado, que no hay acuerdo en una serie de temas como las preocupaciones europeas por el papel que puede desempeñar la agricultura en la conservación del medio ambiente o la preservación de la biodiversidad, en el caso de ciertos países en desarrollo.
Tampoco lo hay en lo que respecta a una eventual prórroga de la llamada “cláusula de paz”, tregua por la que hace nueve años los países en desarrollo se comprometieron a no tomar represalias contra los subsidios a la exportación y las ayudas internas de los países ricos y que expira automáticamente el próximo 31 de diciembre.

Algunos diplomáticos latinoamericanos consultados reconocieron, pese a todo, la labor de Pérez del Castillo y señalaron que había “asumido riesgos” al intentar una síntesis que busca un mínimo de terreno común, a la vez que destacaron los elementos de trato especial y diferenciado incorporados en su borrador y que faltaban en la propuesta euronorteamericana.